SER gaditano de nacimiento es lo peor que te puede pasar para tener un reconocimiento en Cádiz. Desde que fue restaurada la democracia, todavía ninguno de los que han ejercido…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
SE suele recordar que la Feria de Sevilla fue ideada por un catalán, Narciso Bonaplata, y un vasco, José María Ybarra. Por supuesto, no eran un catalán y un vasco independentistas, ni la Feria ganadera de 1847, con sus 19 casetas en el Prado, era como la de 2024. Sin…
FALTAN siete días para las elecciones en el País Vasco. Los de EH Bildu sueñan con ganar. Sería su primera vez. ¿Pasearán en gabarra? El mejor padrino para botarla sería Pedro Sánchez, que tanto les ha ayudado, hasta el punto de que ya pocos se acuerdan de que son los…
DESDE el siglo pasado se habla y se escribe de la gran ciudad de la Bahía de Cádiz. Es como el castillo de San Sebastián, el hospital de Puntales, o el edificio de Valcárcel, que aparecen de vez en cuando entre los temas de actualidad locales, y desaparecen sin dejar huella a los pocos días. La gran ciudad de la Bahía estuvo en el centro de las polémicas a finales del siglo pasado. Cuando Alfonso Perales era consejero en la Junta de Andalucía intentó activar las áreas metropolitanas, entre ellas, la de la Bahía de Cádiz, la del entorno de Sevilla y la Costa del Sol malagueña, que son las tres grandes áreas metropolitanas de Andalucía. De aquellos intentos quedaron algunas mancomunidades y algunas colocaciones.
CERRAR librerías es una costumbre habitual en Sevilla. Ya sucedía en el siglo pasado. Tampoco es un problema exclusivo del gremio de los libreros, sino que sucede lo mismo con comercios dedicados a otras actividades. Y ahí es donde surge una de las cuestiones a considerar: ¿una librería es sólo un comercio? Desde un punto de vista económico quizás lo sea, pero detrás existe un componente cultural y casi sentimental. Porque a las librerías y los libreros nos acostumbramos. De modo que cada cual prefiere los suyos. Y sabemos que no es lo mismo comprar los libros en los hipermercados, los grandes almacenes o unas superficies donde se les trata como un producto más. En los últimos tiempos, la lista sevillana de cierres se ha visto afectada, entre otras, con la librería Caótica de la calle José Gestoso y El gusanito lector, de la calle Feria. Pero los gusanos están al acecho, prestos para zamparse nuevos cadáveres, con perdón.
AL terminar el año 2023, nuestras esperanzas se vuelcan hacia el 2024. Un año bisiesto, que no gusta a los supersticiosos. Año con Juegos Olímpicos en París. Año con elecciones en Europa, Galicia, el País Vasco, probablemente Cataluña, y quién sabe si en España. Según los chinos, será el Año del Dragón, si bien ese año draconiano no empieza esta noche, sino el 10 de febrero, cuatro días antes del Miércoles de Ceniza. El mundo está enloquecido. Por eso, la gente pregunta a los adivinos si este Año del Dragón saldrá divino, o será una mierda, como le dijo un padre a su hijo descarriado.
RESULTA sorprendente que en Cádiz apenas se hable de innovación y desarrollo. Investigar, lo que se dice investigar, se investiga en algunos laboratorios de la Universidad de Cádiz, que ha participado en proyectos importantes. Pero en la UCA, lamentablemente, lo que más llega a la opinión pública es el conflicto de Valcárcel para trasladar una facultad de Puerto Real a Cádiz. Es curioso, porque en Málaga presumen mucho de su parque tecnológico, y en Sevilla de las investigaciones en La Cartuja. Y así en otras ciudades andaluzas. El Ayuntamiento de Granada presentó un proyecto para convertirla en “ciudad de la ciencia y la innovación”. Y todo en ese plan. Por eso, llamó la atención el Foro de Economía Azul que organizó la Zona Franca de Cádiz, que debería marcar un punto de inflexión.
LAS personas con buena memoria histórica recordarán los tiempos de las inocentadas. Llegaba el 28 de diciembre y veíamos los periódicos en los quioscos con algunas noticias fake inventadas, generalmente jocosas, con las que aspiraban a sorprender la inocencia de sus lectores. Como estaban prevenidos y prevenidas, la intención de darles coba resultaba difícil. Y a veces los más incautos confundían las noticias verdaderas con las falsas. Hasta que en los años de la Transición, apareció El País y se cargaron las inocentadas, apelando a lo políticamente correcto. A cada cual se le debe dar lo suyo: Juan Luis Cebrián se cargó las inocentadas y Pedro J. Ramírez se cargó las Hojas del Lunes. Todo se hacía en nombre de la libertad y la democracia.