PASARÁ a la historia como uno de los carnavales más glamurosos que hemos conocido. Se ha notado la presencia del pregonero Joaquín Sabina y su séquito. Es un poeta y cantautor de relieve, que sería capaz de cantar durante 19 días y 500 noches, más o menos lo que dura el COAC. En la final de ese concurso tan criticado estuvo el ministro de Cultura, José Guirao. El Gobierno de Pedro Sánchez se volcó, y envió también a su delegado en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, además del subdelegado en Cádiz, José Pacheco, por si no hubiera bastante con un ministro de Cultura. Fran González estará loco de contento. Pero no sólo políticos, la final del Falla recordó por momentos la gala de los premios Goya.

SEGÚN lo presentan, el Carnaval de Cádiz cada vez se parece más a las legendarias fiestas de las barbacoas del Trofeo Carranza. El Carnaval sería una gran guarrería urbana, que deja las calles de la ciudad de Cádiz llenas de porquerías, desperdicios, residuos líquidos y sólidos. Sería todo lo contrario de lo que se espera de una ciudad ecologista, verde, sostenible, amante de los animales de todo tipo y cuidadosa con sus cosas. De manera que el Carnaval sería apenas la excusa para quedarse una noche completa sin dormir (entre porros y borracheras, según las leyendas negras), hasta que leen el fallo de un jurado en el Falla para que se acuerden de sus castas todas. Ahí empieza una celebración, que traslada el regocijo a las calles.

EL Carnaval y la Cuaresma marcan los tiempos de Cádiz cuando febrero entrega el testigo de la vida a marzo, en un recodo del calendario. La primavera empieza a intuirse en la lejanía. Surgen los contrastes, que aquí son más radicales, pero no menos sensibles, cuando los tiempos se detienen, cada cual en su lugar. Hoy se podrá apreciar con extrema belleza esa combinación imposible de lo que debe estar separado, para que el roce no contamine. Hoy el día puede empezar en el besapiés al Señor de Medinaceli en Santa Cruz y terminar con la final del concurso en el Gran Teatro Falla. Algo así sólo es posible, sólo se puede entender en Cádiz.

ANDALUCÍA es un inmenso espejismo desde Despeñaperros a Tarifa, entre las montañas y los mares. Andalucía es el fin de un continente y de un tiempo. Andalucía es el fruto de miles de contradicciones. Andalucía se hizo más fuerte cuando parecía más débil. Andalucía ha cambiado como por casualidad, cuando suponíamos que la vida seguiría igual. Andalucía vivió una historia que ha sido manipulada a través de los siglos, porque era un territorio de conquistas. Andalucía no es una, ni dos, sino muchas, porque cada andaluz la interpreta a su modo. Andalucía es una paradoja, que encuentra su fuerza en la debilidad. Hoy, en 2019, a pesar de tantos pesares, Andalucía aún existe, y aspira a entrar en el siglo XXI sin complejos.

LA convocatoria de elecciones generales el 28 de abril puede cambiar el panorama previsible para las elecciones municipales del 26 de mayo. Es cierto que ya estaba prevista la coincidencia municipal con las europeas, y que eso podía afectar. También es evidente que en las elecciones municipales funciona en primer lugar el factor cercanía, el conocimiento del candidato y su carisma personal, y eso no cambiará. Pero está demostrado que el momento de cada partido influye. Arrastra un porcentaje de votos que puede ser determinante para perder o ganar una mayoría. La marca del partido es un componente más del resultado. Las últimas municipales coincidieron con malos momentos de PP y PSOE, lo que facilitó el auge de Podemos y la aparición de Ciudadanos.