UNA consecuencia del peculiar Gobierno gaditano es el retorno al cantón. De no ser por otras instituciones, que mantienen un concepto más amplio de nuestra memoria histórica, este Ayuntamiento permanecería aislado del mundo, absorto en sus menudencias, imaginando que la vida se limita a las discrepancias entre José María González y Martín Vila, o a las negociaciones con Fran González para que le apoye. Por otra parte, si no hay dinero para atender a los vecinos de los barrios de Intramuros y Extramuros, pensar en las relaciones con Iberoamérica suena como a extraterrestres. Menos mal que Cádiz es tan americana como europea.

A lo largo del tiempo, desde el siglo XIX, la izquierda gaditana se ha expresado con tres ideologías, que ahora están representadas en el Ayuntamiento. El PSOE encarna la herencia socialdemócrata, Izquierda Unida  y los grupos afines la herencia comunista pecera, y Podemos la herencia anarco libertaria que llaman anticapitalista. Los tres partidos padecen una crisis de identidad ante las elecciones municipales, en la que vuelven a jugarse la mayoría. Esta vez sin que se presente como rival Teófila Martínez, su bestia negra en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI. De modo que la excusa de “Vamos a echar a la Teo” ya no la tienen.

EN otros tiempos, el 30 de septiembre terminaba oficialmente la temporada de playas en Cádiz. Se acabó lo que se daba. Pero ahora aspiramos a aprovechar mejor el calentamiento global. El verano de 2018 ha servido para que la costa gaditana se consolide como destino turístico. Sobre todo en agosto, que es su gran mes. Se ha destacado que mientras Cataluña y otras comunidades  han notado un moderado descenso, en Andalucía, y sobre todo en Cádiz, la ocupación hotelera no ha disminuido. Sin embargo, la presidenta de la Diputación, Irene García, y los alcaldes de los municipios costeros deberían estar atentos. El turismo provincial sigue siendo fuerte, pero hay elementos de riesgo para los próximos años, cuando el ciclo de las vacas gordas puede que adelgace.

EN la vida siempre tuvo mala suerte, excepto una vez: el día que la eligieron ninfa. Verónica Otero, que ha muerto a los 35 años, era una mujer joven, como tantas otras, aficionada al Carnaval y a las tradiciones de Cádiz, que peleó por cumplir unos sueños razonables que se le escapaban. Menos aquella vez, cuando la eligieron ninfa del Carnaval, a ella, que era una chavala sencilla de un barrio modesto, nada llamativa, que podía ser como tantas, pero que aquella vez había despertado el interés del jurado presidido por Paco Moya. Así tuvo su noche de gloria en la plaza de San Antonio, en un espectáculo donde desfiló como una artista y no fue elegida diosa, pero donde se empezó a fraguar una amistad que ella cultivó entre aquellas jóvenes gaditanas, de todas las clases sociales, tan diferentes, que no se conocían.

LA Constitución española cumple 40 años en diciembre, y le están organizando fiestas de cumpleaños. Una muy interesante tuvo ayer por escenario el Oratorio de San Felipe Neri en Cádiz, organizada por El País y la cadena SER. Desde que Carlos Gardel cantó en su tango Volver que “20 años no es nada”, la gente dice que 40 años tampoco. Pero 40 años es el doble, ¿verdad?, y ya te vas haciendo maduro. Uno de los políticos que habló ayer en el Oratorio dijo anteriormente, cuando tenía 37 años, que no había vivido en los tiempos de Franco. Ahora se considera que un mayor de 40 años ya no debe ser líder de un partido, aunque sólo sobrevive uno, Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno. Los 40 años también se curan con el tiempo.