A propósito de la ley de capitalidad, ha vuelto el debate sobre los objetivos de Sevilla. También sobre los liderazgos en la ciudad. Por su importancia histórica, y por condiciones objetivas, Sevilla debe aspirar a ser la tercera gran ciudad de España, con Madrid y Barcelona. Pero no como una tercera en discordia, sino formando una trilogía que aporte coherencia. Madrid es la capital de España y acapara todo lo que puede. Barcelona, a pesar del independentismo de la Generalitat, sigue ocupando una posición estratégica en la economía y es el eje mediterráneo, en combinación con Valencia, que no ha sabido aprovechar el traslado de algunas sedes empresariales, tras el referéndum ilegal de 2017. Y Sevilla…

EL río Guadalquivir recupera protagonismo con los fastos programados estos días para conmemorar el V Centenario de la primera vuelta al mundo. Han pasado 500 años (o lo que es igual, medio milenio), desde que Juan Sebastián de Elcano y 17 supervivientes llegaron al puerto de Sevilla, tras la hazaña de la circunnavegación que tan bien narró Antonio Pigafetta en su libro. Lo primero que hicieron aquellos héroes fue una procesión extraordinaria para postrarse ante la Virgen de la Victoria. Se espera amplia participación en los eventos, pues aquí gusta mucho una efeméride, y se conmemoran a lo grande. Se demuestra con este festival que el río Guadalquivir sirve para todo, pero que atravesarlo de una orilla a otra depende de por dónde, como se aprecia con los túneles de la SE-40.

COMPRAR periódicos de papel en Sevilla los domingos de verano es un suplicio. Los quioscos se están perdiendo, además de que cierran por vacaciones. Por otra parte, el lector de periódicos de papel es visto ya como un hombre de las cavernas, un analfabeto digital. Mientras el libro de papel resulta glamuroso, parece que el periódico ya no sirve ni para lo que dijimos. Sin embargo, la gente se queja, como sucedió cuando el quiosco de Curro y Miguel en la Campana, esquina a Sierpes, volvió a abrir sin periódicos ni revistas, sino con souvenirs para turistas. Pasa lo mismo que con el comercio tradicional. La gente dice: “¡Ay, qué pena! ¡Han cerrado la churrería de la Alfalfa!”. “Pero ¿tú ibas allí alguna vez?”. “Yo no, pero me ha dado mucha lástima”.

UN nuevo gobierno dice mucho sobre las intenciones existentes. En la lista que dio Juanma Moreno el pasado lunes hubo algunas sorpresas, sobre todo en la distribución de las consejerías. Se suponía que la consejera sevillana Patricia del Pozo seguiría en Cultura y Patrimonio Artístico, pero ha sido cambiada a Desarrollo Educativo y Formación Profesional. Dicen que, en teoría, gana poder. Desde luego, lo que pierde poder es la cultura andaluza, porque la han arrebujado con el turismo y el deporte, que estaban asignados a otras consejerías. Resulta chocante que la cultura andaluza no se merezca una consejería propia y que la subordinen al turismo sin disimulo.

VAYA veranito que llevamos. Después de lo que ocurrió en las elecciones de Andalucía, en los telediarios sólo hablan de la ola de calor. Se ha convertido la ola de calor en una sucesora perfecta de aquella pertinaz sequía de los tiempos de Franco. Póngase la voz de Matías Prats abuelo, para imaginar en modo Nodo: “La terrible ola de calor y la pertinaz sequía que asolan estos días a España ha llegado hasta la pérfida Albión, con temperaturas de 42 grados en Londres”. La ola de calor facilita que se hable menos de las dimisiones de Adriana Lastra y Dolores Delgado por motivos de salud. Entre la regla dolorosa y demás, las feministas más heavys van a recuperar los tiempos del sexo débil, expresión de un machismo feroz, que la RAE cambió en el Diccionario en 2017, a los 41 años de morir Franco. Lo recuerdo para la memoria.