POR segundo sábado consecutivo, el rey Felipe VI viene a Sevilla. En esta ocasión, acompañado por la reina Letizia, para presidir el desfile militar del Día de las Fuerzas Armadas. Se vuelve a demostrar que Sevilla es una ciudad ideal para acoger  eventos. Con más motivos si incluye desfiles con soldados, que aquí gustan mucho y son aplaudidos con entusiasmo. El desfile es un éxito desde las actividades previas. A diferencia de otras capitales españolas, donde se dedican a poner pegas para estas celebraciones, aquí son festejadas con alegría. Y hay resignación con los cortes de tráfico, ya que la gente está acostumbrada, incluso cuando no salen 35 procesiones.

SEVILLA es la cuarta ciudad de España en número de habitantes y se nota. Eclipsa a su provincia, que consta de 106 municipios. En las elecciones municipales, en esta provincia, suceden fenómenos extraños y pintorescos. Influyen relativamente los partidos políticos, ya que predomina claramente el arraigo de los candidatos. Hay caudillos locales. El culto al líder en la provincia de Sevilla está extendido en algunos municipios. Aunque en ninguno como en Marinaleda, donde el alcalde, Juan Manuel Sánchez Gordillo, se mantiene de toda la vida. En plan gallito, aunque venido a menos.

RECUERDEN aquel otoño, que fue el pasado, cuando algunos partidos, singularmente Ciudadanos, buscaban desesperadamente a su Manuel Valls sevillano. Unos meses antes, en mayo, en vísperas de la moción de censura, las encuestas decían que el partido más votado sería Ciudadanos, si en ese momento convocaban elecciones en España. Diversos gurús y estrategas de barra de bar sostienen que ese fue el motivo por el que Mariano Rajoy no dimitió para anticipar elecciones generales, cuando Pedro Sánchez le planteó la moción de censura. Rajoy prefirió perder el Gobierno (y que entrara como okupa provisional Pedro  Sánchez) a darle la alegría del sorpasso a Albert Rivera. Por el mismo motivo, Sánchez se atrincheró en la Moncloa, hasta que su gurú le dijo “Ahora, Pedro, ahora”.

ENTRE las campañas de las últimas elecciones municipales en Sevilla, la que ha tenido más mérito es la de Beltrán Pérez. Ya sé que el alcalde Espadas ha conseguido 13 concejales para el PSOE, frente a los 8 con los que se ha quedado el PP. Ya sé que los populares fueron los más votados en 2015, cuando el candidato fue Juan Ignacio Zoido, y que obtuvieron 12 concejales frente a los 11 de Espadas, que llegó a la Alcaldía aupado por los podemitas de Participa y por IU. Pero  recuerden de dónde venía el PP. En 2015 llegaba de gobernar con la mayoría absolutísima de los 20 concejales. Por el contrario, ahora llegaba de un desastre, de un partido al que habían destrozado en Sevilla, entre unos y otros.

EL triunfo electoral de Juan Espadas tiene más valor que el puramente sevillano. Se convierte en uno de los principales activos para el PSOE. Será el único alcalde socialista en las cuatro primeras ciudades españolas. También se convierte en el principal político socialista de Andalucía. Susana Díaz se ha llevado otro disgusto en estas elecciones, sin presentarse, pero es la secretaria general del PSOE-A todavía. Y podría ocurrirle lo mismo de la Junta, con un pacto a la andaluza que daría al PP las alcaldías de Málaga, Almería, Córdoba, Granada y Jaén. En Cádiz se quedará el anticapitalista Kichi, después de otro fracaso del PSOE. Los socialistas sólo gobernarían los ayuntamientos de Sevilla y Huelva.