EN las campañas electorales hay una especial predisposición a las chorradas. Todo se mira con lupa. A Juanma Moreno Bonilla, el candidato del PP, no le perdonan una foto. Y si él empezó con el equipo alineado ante el puticlub Don Angelo para hablar de las tarjetas de la Faffe y criticar los abusos de la Junta, y siguió con la excursión del PSOE de la tortilla, después se la han devuelto con la foto de la comida con Pablo Casado en un McDonalds. Esa famosa hamburguesería no es sevillana, sino americana. ¿Y qué hacía un chico andaluz como él, comiendo esos alimentos yanquis? Menos mal que después se hizo otra foto en una fábrica de polvorones de Estepa junto a Juan Ignacio Zoido. Si es por fotos, no va a quedar la cosa así.

ESTABA cantado, sin necesidad de coro, que el cardenal Carlos Amigo Vallejo iba a tener una calle en Sevilla. Y que sería lo más pronto posible, pues ha tardado demasiado. En realidad, el único problema era dónde. No se trataba de un asunto menor. No es lo mismo que dediquen una calle en un polígono industrial apartado de la civilización hispalense, que en un barrio de los de menos renta de España, o en un lugar céntrico donde el metro cuadrado de calle se trocea y se cotiza por las nubes. Además de que el personaje, felizmente, está vivito y predicando. Casi tan activo de emérito como cuando ejercía de oficio en sede. Se trataba, pues, de un asunto peliagudo.

LAS iglesias sevillanas también están sometidas a los vaivenes de las modas. De repente se habla de un templo que está abandonado desde hace años (por ejemplo, la iglesia del convento de Santa Clara), pero después vuelve a quedar tapado por el manto polvoriento del olvido. Es el caso de San Hermenegildo. Con este templo nadie sabe lo que hacer. En realidad, nadie lo quiere. Es un caso en que la Iglesia, por un lado, y el Ayuntamiento, por otro, han jugando al ping-pong, echándose la pelotita unos a otros, de modo que lo mismo sirviera para una capilla o para una sala de arte moderno. Conclusión: no sirve para nada.

A veces, en la política, puede coincidir una conjunción astral, como ya advirtió Leire Pajín. Se debe reconocer que a Juan Espadas se le han puesto todos los fenómenos de cara. Tiene a Pedro Sánchez en el Gobierno central, a Susana Díaz en la Junta de Andalucía y a él mismo en el Ayuntamiento de Sevilla. Todos del PSOE. Y es el alcalde principal de su partido en Andalucía y en España, el único de las siete grandes ciudades. Ni en Madrid, ni en Barcelona, ni en Valencia, ni en Bilbao, ni en Málaga ni en Zaragoza hay alcaldes socialistas. Mientras que Podemos y sus afines tienen tres, Compromís valenciano uno, el PNV otro y el PP sólo el de Málaga. Espadas es una joyita para los socialistas. Además de un artista, que pacta a diestra o siniestra.

LA huelga de los funcionarios del Ayuntamiento de Sevilla se puede considerar equivocada, incluso contraproducente. Según los datos aportados por el Ayuntamiento, el seguimiento ha sido tan flojo que parece una convocatoria organizada a  mayor gloria del alcalde Espadas. A huelgas con esa participación se apunta cualquier empresario. Y para más sarcasmo, dicen que el área municipal con más huelguistas fue el cementerio (a principios de noviembre), donde se sumaron 15 de los 86 empleados. Si fue ahí donde pusieron más entusiasmo, es como para que los convocantes de CCOO, UGT, CSIF y SEM reflexionen.