EL Festival de las Naciones, que apura su último fin de semana en el Prado de San Sebastián, es como una Expo chica. Puede que muy chica, si se compara con la magnitud de aquel evento universal; pero recogió su espíritu de abrirse a otros mundos y combinarlos con ciertas características que gustan al público sevillano. No es casualidad que la primera edición se organizó en 1993, el año de la melancolía. En esta edición está festejando su 25 aniversario, sin salida extraordinaria, pero muy consolidada ya  en el calendario sevillano. Con la Feria de las Naciones se va el verano y entra el otoño en Sevilla. Con la Feria de las Naciones cambia la hora y salen las prendas de abrigo de los armarios.

A los difuntos es costumbre tratarlos con respeto, incluso con veneración. No sólo los católicos, también en casi todas las religiones. Incluso los ateos pueden recordar con afecto la memoria de sus seres queridos. En España también se evoca la memoria de los seres odiados, como se ha vuelto a ver estos días, incluso metiendo al Vaticano por medio en la exhumación de Franco. Pero, cuando llega el 2 de noviembre, se puede reflexionar sobre la evolución de las costumbres mortuorias. Para los creyentes, con los columbarios de los templos, se ha abierto una nueva etapa.

AL balcón del cielo (ese tan grande, que aparece en tantos pregones) se asomarán hoy todos los santos. El balcón puede que se abra en lo alto del río, para ver bien el puente, donde toda Triana y gran parte del extranjero se arremolinará en torno a la Esperanza. En la pasada noche de vísperas, que algunos enturbian con celebraciones de ritos paganos, todos los santos habrán recordado que es 1 de noviembre, el día en que los creyentes se acuerdan de ellos. Y esta mañana habrán pensado en la Virgen sencilla y afable que acuna al Niño Jesús en Omnium Sanctorum. En ese templo de la calle Feria se recuerda todo el año a los santos, y singularmente cuando la Virgen sale en procesión, como volverá a ocurrir la próxima semana. Pero hoy es una jornada especial: el día en que la Esperanza irá a la Catedral para que todos los santos admiren a la Reina de Triana.

ALGUNOS ilusos se han creído que el peaje de la autopista entre Sevilla y Cádiz terminará en 2019. Puede que así sea, pero a cambio inventarán otro. Ya se está viendo venir. Los anticapitalistas se creen muy listos, pero los capitalistas tampoco son tontos. Para que te compren algo hay que saber venderlo. Algunos son capaces de vender hasta humo. Y esto no sólo vale para los capitalistas, sino también para Pablo Iglesias. En el caso que nos ocupa van a vender el peaje inteligente. La idea es de Seopan, la patronal que preside Julián Núñez, en la que están integradas las grandes constructoras y concesionarias, entre ellas ACS, el grupo presidido por Florentino Pérez.

LA dualidad de Sevilla se nota en todo. Mientras el alcalde y los principales grupos de la oposición (el PP y Ciudadanos, que permitieron los presupuestos) visitan los barrios de las periferias, los grupos que le dieron la Alcaldía a Juan Espadas (Participa e Izquierda Unida, que ahora están unidos en Adelante Andalucía) traen a los vecinos de las periferias al centro. Y no de excursión, para ver el Museo Bellver de la Casa Fabiola, sino para protestar, como siempre han protestado los vecinos de las periferias.