CUANDO un banco, un gran almacén, la Iglesia, una empresa o un duque venden o permutan un edificio es considerado como un pelotazo. Dicen que es otro caso de especulación capitalista, generalmente para hinchar la burbuja de hoteles de lujo en Sevilla. Mientras que si lo hace un sindicato, como CCOO, o el propietario del edificio, que es Patrimonio del Estado, es valorado como un acuerdo beneficioso para todas las partes. Eso es lo que va a ocurrir con el antiguo edificio de los sindicatos verticales del franquismo, en la plaza del Duque.

HAY mucho en juego. Hay cuatro años en juego. Por eso se entiende muy bien que Pedro Sánchez no venga a Sevilla en toda la campaña electoral. Aunque ayer estuvo con Susana Díaz en Chiclana, para disimular, en una de las dos presencias que tendrá el presidente del Gobierno en toda la campaña andaluza. Cuando el Consejo de Ministros del paripé, Pedro se reunió con Susana en los jardines de San Telmo, por donde ella lució su mono naranja dulce. Puede que fuera allí donde le pidiera: “Y no pisarás Sevilla”. Mejor sola que mal acompañada. Mejor a su aire que con el hombre que pactó con Podemos y los independentistas catalanes. Cuanto más lejos esté, mejor. Dicen que, por el mismo motivo, han ocultado el logotipo del PSOE en los carteles, donde se lee +Andalucía.

EN contra de lo que algunos suponían, creo que las elecciones del Consejo General de Hermandades y Cofradías han servido para fortalecerlo. Personalmente, tanto el nuevo presidente, Francisco Vélez, como el otro candidato, Antonio Piñero, se han comportado como unos señores. Ellos sí han dado un buen ejemplo. Han lidiado una situación que era delicada, al enfrentarse en las urnas y con focos el hasta ahora tesorero con el hasta ahora presidente en funciones. Piñero había heredado el cargo como vicepresidente que era; y en una decisión que le honra (coherente con lo que pensaba en tiempos del Consejo anterior) prefirió someterse a una votación, en vez de atrincherarse en seguir sin refrendo explícito. Sabiendo que podía ganar o perder.

ALFREDO Sánchez Monteseirín ha vuelto, si es que alguna vez se había ido. Se sabía, desde que dejó la Alcaldía, que se dedicaba a ocupaciones de la inspección y la investigación sanitarias, propias de su oficio médico, y que había ganado un concurso funcionarial de subdirector para los Servicios Sanitarios de Andalucía. Pero ha sido llegar Pedro Sánchez a la Moncloa y es como si Alfredo hubiera vuelto de las catacumbas del poder. Lo nombraron delegado del Estado para la Zona Franca de Sevilla. Y ahora el delegado del Gobierno, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (que fue su concejal de confianza en Sevilla) ha designado a Monteseirín comisario coordinador de los actos de la salida de Magallanes y Elcano para la primera vuelta al mundo. Asunto que, a priori, tiene poca relación con la inspección médica.

LA encuesta del CIS para Andalucía tiene también consecuencias en Sevilla. El fogón confirma, con el humo de los pronósticos, por donde van las fogatas. Así como Ángel León fue proclamado el chef del mar, ahora tenemos el chef del mal, que es el presidente del CIS, José Félix Tezanos, cuyos fogones se han especializado en la cocina del PSOE, que siempre sale ganadora. La última encuesta que ha presentado se resume pronto: es más de lo mismo. Según parece, en Andalucía, el poder desgasta a la oposición. Y todavía más en la provincia de Sevilla, que es la reserva espiritual del PSOE.