SÓLO faltaría que el Ayuntamiento amplíe la Feria, autorizando algunas casetas en la plaza de España. A la misma vez que proclama como día festivo el miércoles, con el martes y el jueves por añadidura. La plaza de España, desde que José Luis Sanz propuso la opción del pago por verla, ha entrado de lleno en el debate de la ciudad. Ya se ha sabido que piensan cobrar “tres o cuatro euros” a cada turista que la visite. De modo que sigue la polémica. Aunque el sevillano y la sevillana, no se sabe por qué, van menos. Algunos sólo se acuerdan de la plaza de España cuando es Domingo de Ramos y pasa La Paz, o cuando acuden para algunas gestiones burocráticas.

ERA viernes 13 (día considerado de mal fario) cuando se hizo público que el ministro de Transportes, Óscar Puente, había destituido al presidente de Adif, Ángel Contreras, por el caos ferroviario en España. Esa misma mañana hubo dos averías importantes, una en Barcelona y otra en Madrid, que afectaron a los trenes AVE de casi toda España. Un ejemplo: el tren AVE matutino entre Barcelona y Sevilla salió de la estación de Sants con tres horas de retraso. En Córdoba, obligaron a los viajeros a bajarse del AVE y subirse a otro más viejo. Llegaron a Sevilla con más de tres horas de retraso sobre el horario oficial previsto. Ese mismo día hubo más retrasos y supresión de servicios en Santa Justa.

LAS obras públicas sevillanas forman parte de la historia interminable, puede que el Apocalipsis llegue antes. Agosto era el gran mes de las obras públicas sevillanas. En agosto, aprovechando las vacaciones y la desbandada a las playas, se ponía la ciudad patas arriba, con levantamientos de calles, tuberías nuevas, cambios de instalaciones eléctricas y lo que hiciera falta. Por extensión, se abría otro plazo que iba desde después de la Semana Santa hasta la Cuaresma siguiente para aquellas obras más largas y complejas. Pero en septiembre la ciudad estaba mejorada tras las chapuzas más necesarias. Sin embargo, ahora ya ven. Hay obras que han conocido hasta tres alcaldes sin ser terminadas.

A todos los altos cargos les ha dado por viajar a China. Allí quieren hacer negocios Pedro Sánchez, Juanma Moreno y José Luis Sanz. Todos con la intención de dar coba a los chinos. Pero me quedo en lo más cercano, el ámbito de lo local. Primera cuestión: un chino no es un sevillano. Un chino es un chino. Eso significa que en líneas generales no tiene la misma mentalidad. Y en líneas aéreas tampoco. Por eso, en la enésima polémica cateta entre Sevilla y Málaga, a cuentas del presunto vuelo que establecería Air China con Andalucía, hay que valorar la forma de viajar del chino. No necesita que el aeropuerto esté al lado de su hotel. En Sevilla, la gente intenta aparcar el coche en la puerta de su casa, aunque sea en doble fila, y tiene un concepto del desplazamiento y las distancias diferentes al chino. En China, se considera a España como una región de Europa, y a Andalucía como una provincia, y a Sevilla como un pueblo bonito y con historia.

HA vuelto a hacerlo. Vinicius ha vuelto a decir, en una entrevista en la CNN, que en España hay un problema de racismo y que él es una víctima. La entrevista se difundió tres días antes de que el árbitro Alberola Rojas le perdonara la expulsión y le obsequiara con un penalti ficticio en el partido frente al Real Betis. No obstante, él se siente maltratado. Esta vez ha admitido que la mayoría de los españoles quizás no sean racistas y que vive “en un país agradable”. Pero también defendió que se retire la concesión del Mundial 2030 a España “si no evoluciona”. Es una propuesta intolerable de este engreído futbolista. Si Vinicius fuera de raza blanca, se pasaría sancionado más de media Liga. Pero los árbitros le perdonan tarjetas, y le consienten todo tipo de protestas por el miedo al qué dirán.