EN Sevilla hay dos pasiones: la Semana Santa y el fútbol. Ya sé que decirlo así suena a herejía, y lo es, pero la realidad es esa. Antes se decía: “con la Iglesia hemos topado”. Después se dijo:” con las feministas hemos topado”. Ahora se dice; “con el fútbol hemos topado”. Con lo cual se llega a la conclusión de que lo mejor es no topar, un pecado que se puede asemejar al de cometer actos impuros. Cuando se topa, el topador se sitúa en terrenos inundables, como los de Doñana, donde se puede hundir. Antes se decía: “por la boca muere el pez”. Hoy lo mejor es tener la boca cerrada, por si las moscas. Desapasionarse un poco y no picotear.

EL final de las vacaciones de agosto desembocó en una tormenta (ahora llamada Dana) y en un crimen de violencia de género en Sevilla. Este último suceso ha provocado la lógica alarma. Al coincidir con otro en Villanueva del Arzobispo (Jaén), han vuelto a esgrimirse las estadísticas. Casi siempre con el afán preconcebido que las caracteriza. Se ha destacado (y es cierto) que en España han asesinado ya a 42 mujeres en lo que va de año (12 más que en el mismo periodo de 2022); y que Andalucía, con 15 muertas, es la comunidad con más casos registrados. Es decir, un grave problema que no va a menos, sino a más. A pesar de las inversiones de los poderes públicos, tanto el Gobierno como la Junta.

UN Gobierno progresista del PSOE sanchista (y las expertas en sumar lo peor de cada casa) nunca tiene la culpa de nada. Mientras que un Gobierno peperoni siempre tiene la culpa de todo. De lo que se deduce que unos son muy listos y los otros… pues no. Se ha visto, una vez más, con la alerta meteorológica de la Aemet, que se equivocó al avisar que se batiría el récord de precipitaciones de todos los tiempos en Madrid, capital de España. Aunque, ciertamente, llovió mucho en Toledo y el sur de la comunidad uniprovincial madrileña. También se vio con el gran carajal que montó Renfe el lunes, a cuenta de los problemas del AVE, con retrasos de varias horas, pérdidas de conexiones y de viajes en la fecha del inicio de vacaciones de septiembre y un tremendo estropicio, que sembró el caos en la estación sevillana de Santa Justa. Contrasta eso con lo que sucedió en enero de 2018.

EN los mapas electorales del 23 J, Sevilla fue la única provincia de Andalucía que apareció en rojo. La candidatura que encabezaba la ministra María Jesús Montero fue la única que consiguió el triunfo para el PSOE en Andalucía. Eso ha sido valorado como un gran resultado y como la consolidación del liderazgo de Juan Espadas en el PSOE de Andalucía. Bueno, no tanto. Depende de las comparaciones. Podemos comparar la carita risueña de Juan con los botes de María Jesús al lado de Pedro. Si lo comparamos con lo ocurrido en las elecciones andaluzas de 2022, sería un resultado mejor. Pero se debe tener en cuenta que aquel fue un fracaso estrepitoso. Antaño, con Felipe y Zapatero, se decía que Andalucía (y aún más Sevilla) era el granero de votos del PSOE. Algo así como lo del 23-J en Cataluña con el PSC. Y ya no lo es.

HEMOS leído en la prensa que los resultados del 23-J han sido una gran sorpresa. ¿Qué ha pasado? La diferencia entre las municipales y autonómicas del 28 de mayo y las generales del 23 de julio se explica por los nefastos pactos del PP con Vox en algunas autonomías. No era difícil de intuir. Yo lo escribí en este Diario el domingo 9 de julio: “La clave de las elecciones generales estará en los pactos del PP con Vox. Es decir, la influencia de las negociaciones surrealistas en varias regiones a la hora de determinar el voto de los indecisos”. Y añadía que, según lo que pasara con Vox, “el PSOE puede recuperar las ilusiones de una victoria, o resignarse a un improbable milagro de última hora con las cuentas de Frankenstein”.