LA gente malange está diciendo: hay que ver lo que han formado porque en 2025 no sale la comparsa de Antonio Martínez Ares. ¿Es para tanta pena? Respuesta: Sí. Suena a fin de ciclo, suena al fin de una época; o, por mejor decir, es que no suena a nada. Recuerden que ya se habían retirado Antonio Martín y Joaquín Quiñones. Desde el siglo pasado y principios del presente, lo natural del Carnaval de Cádiz era que salieran las comparsas de Antonio Martín, Antonio Martínez Ares y Joaquín Quiñones. Es verdad que Martín y Martínez Ares dejaron años de ausencias, que eso también tiene su gracia y le aporta categoría al concurso. Cuando volvían, era como el regreso del hijo pródigo y se hacía una fiesta en su honor.

TODOS los que conocíamos a Antonio Téllez sabemos que ha sido la fiel representación de eso que se ha dado en llamar la bonhomía. La palabra resulta un poco cursi, pero es acertada, porque se refiere a un buen hombre, a la buena gente. Siempre estuvo dispuesto a ayudar, sin presumir de nada, y fue eficiente para lo necesario. Así era Antonio Téllez, un gaditano cabal. Ahora que Fernando Santiago ha publicado un libro de artículos sobre el Cádiz profundo y los gaditas (palabra que no le gusta), se puede decir que Antonio Téllez era un representante del Cádiz más profundo, el que está dispuesto a servir a su ciudad, a través de las tradiciones, por colaborar, y sin servirse de ellas.

CINCO días después de recibir el VIII Premio Federico Joly en Cádiz, Sara Baras triunfó por todo lo alto en Barcelona. Participó en un espectáculo al aire libre, en el Paseo de Gracia barcelonés, junto al tenor Josep Carreras que sirvió como cierre de la Copa América y para conmemorar el bicentenario de este espacio urbano, que es el más distinguido de la capital catalana y el lugar de reunión para las compras de lujo. Para entendernos, allí están todas las tiendas que se fueron de la calle Columela, pero también todas las que están en los córners de El Corte Inglés de la Bahía y algunas más de origen parisino. Tiendas para ricos, que dirían algunos.

LA Navidad en Cádiz ha sido de una tristeza consuetudinaria en los últimos años. Una tristeza apabullante, penosa, rayana en la ruina, más que en la sencillez, hasta el límite de lo que abruma, si nos ponemos a comparar con el entorno. Conste que esto procede del siglo pasado, no ha sido sólo con Kichi. La izquierda gaditana adelantada le tiene una prevención exagerada en Cádiz a la Navidad. No lo entiendo. En Venezuela, país que tanto les suliveya, ya es Navidad, porque así lo decidió Maduro. En las dictaduras, el dictador decide todo, así sea el resultado de las elecciones como el día que empieza la Navidad. En este país llamado España los que más se interesan por las luces navideñas son los de Vigo, donde gobierna desde tiempo inmemorial el socialista Abel Caballero.

PARECE increíble que el Ayuntamiento de Cádiz vaya a destinar 12 millones de euros a una obra pública en la ciudad. Parece increíble que vayan a construir una avenida junto a los terrenos no ociosos de los Astilleros, para una entrada de la ciudad que conecte desde la barriada de la Paz y el nuevo puente hasta el centro histórico y la zona del nudo intermodal de transporte. Allí se ubican el Puerto, la estación de trenes y la de autobuses. Obra pública que en cualquier ciudad se hubiera terminado antes del siglo XXI, y que aquí parece milagrosa.