EL franquismo no ha vuelto, pero sí su modus operandi. Algunos oráculos de la fachosfera lo habían alertado. Durante las noches de reflexión, permanecía encendida la lucecita del palacio de la Moncloa hasta altas horas, y tenía un sospechoso parecido con la lucecita del palacio del Pardo. Son las horas de los fantasmas. Desde el lunes, tenemos un nuevo caudillo, que va por ahí gritando: “Españoles y españolas, la regeneración ha comenzado”. En este país se suele buscar un enemigo para regenerarlo o purgarlo, para eliminarlo, porque este país se divide en los buenos y los malos desde el siglo XIX. Y así justifican las barbaridades. Lo peligroso no es la farsa del Gran Actor, sino las amenazas.

LAS chapucerías del callejero en Cádiz no han empezado ahora, sino que vienen de siglos pasados. La lista de los 40 principales que no tienen calle está encabezada por Alfonso X el Sabio. Aunque no haya sido hostelero, bailaor, ni presidente de una asociación de vecinos, a ver si le encontramos una glorieta, barreduela, callejón o rinconcillo para la próxima vez. O incluso algo mejor. Este rey no era franquista, sino que fue el conquistador de la ciudad en 1262. Aparte de eso, como su nombre indica, era un sabio. No voy a recordar su ilustre currículo. Un gran experto en los temas alfonsíes es Rafael Sánchez Saus, catedrático de Historia Medieval de la UCA, que defiende su memoria histórica como director de la Cátedra de Alfonso X el Sabio, y como autor de infinidad de publicaciones. A su sabiduría alfonsí me remito.

EN la polémica por los cambios de nombres de las calles, la opinión de los vecinos es importante. Son los afectados. Pues si te cambian el nombre de la calle, después debes realizar gestiones para modificarlo en los documentos. Y eso, aparte del gasto que origine (nunca será millonario), es una pérdida de tiempo. “Time is money”, según el aforismo que popularizó Benjamin Franklin, que tiene calles en El Puerto de Santa María y Algeciras. En Cádiz, no. En Cádiz no todo el mundo puede perder el tiempo, pues hay muchos pensionistas y muchos parados, pero cada cual con sus cositas, su corazoncito y sus preferencias. Por ello, lo más chocante de esta polémica del nomenclátor es que los vecinos de algunos lugares, como la plaza de San Severiano, se hayan enterado cuando lo leyeron en el Diario.

HA sido un error garrafal. Un gol en propia puerta del PP gaditano. Como ha escrito muy bien Pablo Manuel Durio, en su artículo del pasado viernes, Bruno juega a ser como Kichi con los nombres de las calles. Pasan estas cosas porque Cádiz no es como Nueva York. Allí da igual que el alcalde sea de los demócratas o los republicanos, porque las calles de Manhattan no se cambian por bandazos y chuflerías. Las avenidas y las calles más famosas están numeradas. La Torre Trump se encuentra en la Quinta Avenida, entre las calles 56 y 57. El mejor parque es Central Park. En NY importan más el este y el oeste que este o el otro. Los ricos progres viven en Upper West Side y los ricos carcas en Upper East Side. En NY no le dedican una calle a cualquiera porque lo pidan sus socios, colegas o amigos.

HEMOS leído en la prensa (o sea, en el Diario) que este verano no van a funcionar los lavapiés ni las duchas en las playas de Cádiz, según ha confirmado el alcalde, Bruno García. Es intolerable. Me imagino que el alcalde se habrá despistado. Sin lavapiés no hay paraíso. Y el paraíso de las playas en Cádiz es lo único importante. Pues la maría gaditana se puede quedar hasta sin comer, pero sin playa no se va a quedar. Antes muerta que sencilla. Antes le dice cuatro cosas al alcalde que quedarse sin lavarse los pies al salir de la playa. Y la maría gaditana manda tela marinera, es la que pone y quita los alcaldes, que no se te olvide Bruno. Hoy quiero recordar que en Semana Santa cayeron 500 litros por metro cuadrado en Grazalema, se batió el récord de pluviosidad, y el pantano de los Hurones se llenó y empezó a desembalsar para Guadalcacín. ¿Y todo para qué?