COMPARAR el Trofeo Ramón de Carranza de 2024 con el de sus primeros tiempos esplendorosos carece de sentido. Eran otros tiempos, y no lo digo por la política, sino por el fútbol. En las primeras ediciones, tras el triplete inicial del Sevilla, vinieron el Real Madrid de Di Stéfano y el Barcelona de Kubala a competir en partidos de altos vuelos. Y así sucedió después, incluso con equipos extranjeros plagados de figuras. Entre ellos, hay que recordar a los grandes clubes brasileños de los 80, como el Palmeiras y el Vasco da Gama, que utilizaron el Trofeo como trampolín para vender a sus figuras. Y, además, era el gran espectáculo de cierre del verano gaditano.
FELICIDADES, don Rafael. El obispo de Cádiz y Ceuta, Rafael Zornoza Boy, ha cumplido 75 años el pasado miércoles. Ha entrado en la edad de jubilación episcopal. Por consiguiente, está en trance de ser relevado del cargo. Pero eso no significa que lo vayan a cambiar mañana o pasado, sino que se puede prolongar unos meses, o cuando el Papa Francisco estime oportuno. No es el único obispo español que debe ser relevado. Estas decisiones se suelen adoptar en modo puzle. Es decir, moviendo varias piezas a la vez, para no dejar desvestida a una santa diócesis mientras se viste a la otra. Y hay que tener en cuenta las características de este peculiar Obispado.
NO se puede decir que Bruno García va a cambiar el nombre del estadio, sino que el alcalde va a recambiarlo. Se lo han pedido el Cádiz CF y una plataforma que se montó para que el estadio se denominara Carranza, pero ese no puede ser el motivo ni la excusa, sino que la razón está de su parte. Y, además, era un compromiso del PP, que lo había prometido antes de ganar las últimas elecciones municipales. Naturalmente, no las ganó por el estadio, sino por la desastrosa gestión que hicieron Kichi y sus colegas de Adelante Izquierda Gaditana, con medidas inútiles, como la citada de cambiar el nombre al estadio, para ponerle Nuevo Mirandilla.
SERÍA muy oportuno que el pleno municipal, con el visto bueno de la comisión del nomenclátor o lo que sea, apruebe la dedicatoria de una glorieta a las plataformas gaditanas. Ya han dedicado enclaves urbanos a los periodistas, la sanidad pública, la educación pública y otros colectivos. Pero echamos en falta una glorieta que premie la gran labor social de nuestras plataformas. Cádiz no tiene nada reconocido en el patrimonio de la Humanidad, pero debería ser nombrada capital de las plataformas. Hay más plataformas que librerías. Aportaría una temática para otro congreso internacional y la llegada de cientos de visitantes. Se podrían alojar en pisos turísticos, o en el hotel del Campo de las Balas. Según los posibles de los congresistas.
ERA previsible lo que ha ocurrido con el cartel del Carnaval de Cádiz. Es lo que suele pasar cuando se incurre en el populismo de convocar un concurso seudodemocrático para elegir un cartel, al que se puede presentar cualquier aprendiz, y con técnicas abiertas. En unos tiempos donde la inteligencia artificial compite descaradamente con la inteligencia natural. Nada hay más elitista que el arte. Y no es cuestión de derechas ni de izquierdas. No es igual Picasso (un comunista), o Dalí (un surrealista teocrático) que un pintamonas de barriada. La cultura debe fomentar calidad, originalidad y un arte diferencial. La pintura es una de las bellas artes más difíciles.