PARA la ciudad de Cádiz es muy importante tener un equipo de fútbol en Primera División. Es el único municipio de la provincia con un club en el fútbol profesional de la Liga. En esas circunstancias, el partido Cádiz-Real Valladolid, que se disputa esta noche en el estadio Nuevo Mirandilla (antes Carranza), es algo más que un partido. Si el Cádiz lo pierde, será muy difícil que se mantenga en Primera. Si el Cádiz lo gana, se quedaría muy bien situado. Pero hay que tener mucho cuidado, porque la trayectoria reciente del Cádiz es bastante mala. Y porque el Valladolid se ha dedicado a calentar el partido, haciéndose víctimas de los árbitros. Cuando, para víctimas de los árbitros, con el Cádiz se ha sentado cátedra.
EN los últimos años (o sea, desde que llegó Kichi al poder local) se ha puesto de moda decir que Cádiz no recupera los habitantes que perdimos por culpa de los pisos turísticos. Forma parte de la demagogia oficial, para justificar la inutilidad de la gestión municipal en este periodo. Es falso que la pérdida de habitantes se deba a los pisos turísticos, que encarecen los alquileres y desplazan a los gaditanos a otros municipios de la Bahía. Eso ya pasaba antes, pues la pérdida de habitantes comenzó con Carlos Díaz en la Alcaldía, siguió con Teófila Martínez y se ha incrementado con Kichi, que prometió que lo iba a solucionar. Los pisos (la vivienda en general) forman parte del problema, pero no son la causa principal.
PONER una valla publicitaria, o quitarla porque es considerada electoralista, sería lo de menos. Tiene guasa que la plataforma, o coalición (o lo que sea) de Adelante e Izquierda Unida Gaditana presente el proyecto del nuevo Pabellón Portillo. Ese proyecto ya lo presentó antes su correligionario Martín Vila, concejal de Urbanismo, y prometió que empezarían las obras antes de que terminara el actual mandato municipal. No lo cumplió, como tampoco han cumplido la inauguración del nuevo Teatro de Verano (antes Pemán). En ocho años que han gobernado (es una metáfora, es un decir) no han dejado su impronta en nada utilizable, excepto en un museo carnavalesco sin contenidos.
EN vísperas de elecciones abundan las promesas y las inauguraciones. La apertura de la Casa del Carnaval (antes llamado Museo del Carnaval) es presentada por el equipo de gobierno de Kichi como un gran éxito. Ciertamente, es de lo poco visible que pueden mostrar a los gaditanos, después de ocho años en el Ayuntamiento. También es verdad que Teófila Martínez, en sus años de alcaldesa, lo intentó y no pudo inaugurar un Museo del Carnaval, entre otras cuestiones porque se equivocaron con el proyecto fallido en la plaza de la Reina. Las obras en el antiguo Palacio de Recaño permiten intuir que el museo (o lo que sea), se convertirá próximamente en realidad. Pero aún es un proyecto pendiente de concreciones.
EN Cádiz y su provincia gustan mucho los eventos. Así sean los fijos, como el GP de Motos que se celebró la pasada semana en Jerez; o los discontinuos, como el aún reciente Congreso de la Lengua Española. Algunos lo compararon (y fue una exageración) con los actos del Bicentenario de la Constitución de 1812. Quizás porque en 2012, y en los años anteriores, la ciudad había acogido importantes eventos, entre ellos una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica. El rey Felipe VI, que entonces era príncipe de Asturias, acudió para diversos actos, aunque no tocó el cajón en ninguno. Y también vino su padre, Juan Carlos I, que entonces era el Rey de España y se desplazaba sin críticas por su país. Así como la reina doña Sofía, que inauguró interesantes exposiciones.