LA provincia de Cádiz está considerada como la tercera más rociera, tras Huelva y Sevilla (o Sevilla y Huelva), pero esa clasificación admite matices. Hermandades del Rocío hay en los cuatro puntos cardinales de la provincia. No obstante, está fuera de dudas que la primacía rociera la tienen Sanlúcar de Barrameda (que además es el punto de embarque para cruzar en Bajo de Guía) y Jerez de la Frontera. La comarca del vino, se podría decir, porque El Puerto de Santa María, y la costa noroeste, con Rota y Chipiona, incluso Arcos, son las de mayor arraigo. En la Bahía de Cádiz también hay devoción rociera, pero sin ser la predominante, si se compara con otras fiestas. Y es un caso aparte la capital.

SEÑORAS y señores, es la oportunidad. En estos momentos se dan las condiciones para cepillarse a Puigdemont y que deje de dar por saco en Cataluña y en España. Llevamos casi siete años hablando de este prófugo, que intenta resistir con otro chantaje a Pedro Sánchez: la presidencia de la Generalitat para Puigdemont, a cambio de tres años de paz en la Moncloa para Sánchez. Pero esas suposiciones de Puigdemont son puro realismo mágico, una fantasía. Y lo peor para él no es eso. Se lo pueden a cargar (políticamente hablando) en Cataluña. Los históricos de CiU, como Miquel Roca Junyent, ya están hartos y lanzan las primeras piedras.

A muchos gaditanos y gaditanas les importa poco que se pierdan dos o tres hoteles por el camino de la burocracia. Pero se formaría la marimorena si se perdiera una bandera azul de nuestras playas. Eso lo debe tener claro el alcalde Bruno, como así sucede con sus compañeros munícipes del litoral gaditano. Por eso, es una buena noticia que hayan mantenido 30 banderas azules en la costa provincial, aunque se quedan como estaban, con la excepción de Tres Piedras en Chipiona, que ha perdido su bandera, como se perdió el barco del arroz. En la capital gaditana no se ha perdido ninguna, se han mantenido las cuatro; Cortadura, La Victoria, Santa María del Mar y La Caleta. Se han mantenido, de momento, pues ya veremos el año que viene.

LA ciudad de Cádiz es como es. No tiene terrenos para agricultura, y limita su industria a la ya existente, con el Puerto (que va a ampliar su terminal de contenedores) y los astilleros (ahora especializados en reparaciones), además de la Zona Franca, que sirve para lo que sirve, y para algunas cosas que en otras ciudades se ubican en las periferias, y que no son totalmente industriales, como supermercados, gasolineras o tanatorios. Todo aporta empleo, es verdad. No obstante, la ciudad de Cádiz, por sus especiales características, su historia, su patrimonio artístico y sus playas, debe entender que el turismo es su principal fuente de riqueza. Y no entenderlo es propio de ingenuos, por no decir de idiotas.

TODAVÍA no ha descendido oficialmente. Sin embargo, existe una evidente resignación. Un milagro sería el más milagroso de la historia del Cádiz CF. Pocos confían aún en ellos, ya que el espíritu de superación de este equipo es nulo. Han tenido varios partidos a vida o muerte (Celta, Rayo Vallecano, Mallorca) y en ninguno han sido capaces de ganar. Para salvarse, deberían ganar los cinco partidos que faltan, pues con menos de 40 puntos parece utópico mantenerse esta temporada. Se diría que el Cádiz CF acude a jugar mañana en el Bernabéu, ante el Real Madrid, para pedir autógrafos y camisetas a los rivales. La próxima temporada tendrán otros, como el Deportivo de La Coruña y el Castellón, que van a regresar a Segunda tras pasar por el pozo. ¿El pozo? Es lo que más miedo da. No sería la primera vez que, tras un descenso de Primera, cogen carrerilla y terminan dentro del pozo.