ANDA ahí, que está gafado. El tranvía de la Bahía es uno de esos inventos predestinados por el infortunio y todo le sale mal. Como al Barcelona en Roma. De este tranvía se habla desde el siglo pasado, poco después de que dejaran de circular los tranvías de toda la vida, y fue presentado como un ejemplo de modernidad y progreso. En lo referido a Cádiz, es sabido que circulará por la vía del tren, por lo que no se diferencia de un Cercanías. Los plazos del tranvía, cada pocos meses, se retrasan unos meses más. Pero ahora ha venido lo mejor. Resulta que en San Fernando han descubierto que se trata de un tranvía morsegón. Lo que faltaba.

ENTRE los vientos y las lluvias, el mes de abril está saliendo intratable para nuestras playas. Con el tiempo pasa eso, que nunca se sabe, y hay que acertar. El alcalde González acudió a la playa en las vísperas de Semana Santa para comprobar que todo se encontraba en orden, a pesar de las visitas de los temporales Emma y Félix. Ahora, aunque no lo parezca en días como el de ayer, estamos en la pretemporada de playas. Abren los servicios a mediodía, por si algún majara se arriesga. Sin embargo, hasta ahora, la venta de bañadores y biquinis carece de motivación práctica. Hubo años en los que tuvimos temperaturas superiores a 30 grados en abril. La playa Victoria parecía una feria. Eran otros tiempos, antes del calentamiento global.

A los que quieren invertir en Cádiz, suponiendo que haya alguien, conviene explicarles la realidad. En Cádiz, las cosas son justamente lo contrario de lo que parecen. Es por influencia del Carnaval, donde se maneja la ironía y el doble sentido. De modo que nos hemos acostumbrado a un lenguaje cifrado, plagado de paradojas, que sólo se entiende en clave gaditana. Por ejemplo, si el concejal Martín Vila dice que en Cádiz tenemos el riesgo de “una burbuja hotelera”, en realidad lo que está diciendo es que en Cádiz no se construye un hotel ni de coña; y que es como una burbuja, porque todos los proyectos se van a hacer gárgaras, como una pompita de jabón. Y otra cosa es que aquí se confunde un hotel con un proyecto de hotel. Verán: un hotel es como el Atlántico; y un proyecto de hotel es como Valcárcel.

ES domingo en Cádiz. Una mañana soleada, a la espera de otra borrasca. En el muelle, más allá del cochambroso edificio protegido de Puerto América, destaca el porte señorial de un crucero de Mediterranean Shipping Company. Los cruceristas pasean por la carrera oficial y sus aledaños, donde encuentran muchos comercios cerrados y la mayoría de los bares abiertos. En la calle Compañía, delante de Tinoco (que respeta el descanso dominical), una pareja de la Policía Local presta servicios de vigilancia, y seguridad ciudadana a los confiados paseantes.

PREFIERO no echar más leña al fuego de la carrera oficial de la Semana Santa gaditana. Creo que el Consejo que preside Juan Carlos Jurado, como antes ocurría con Martín José García, tiene un presidente con inequívoca voluntad de ayudar a las cofradías, de atenderlas en la medida de lo posible. El problema llega cuando entran en la medida de lo imposible. En la polémica por la carrera oficial, no se ponen de acuerdo porque suelen pensar en lo que más le conviene a cada una. Así es difícil ver la realidad general. Desde antes de empezar la Semana Santa, se sabía que la carrera oficial de este año no es la mejor de las posibles. La menos mala es la que había hasta 2017. En todo caso, es una barbaridad que la calle Ancha sea excluida.