DECÍAMOS ayer que Sevilla la Verde está protestando por todo, pero una lectora de Nervión me apunta: “Pues yo diría que este es el mes de la Sevilla negra. El Diario viene lleno de sucesos”. Señora, no vamos a discutir por los colores, ni Sevilla es como el arco iris, pero los sucesos es verdad que suceden, por eso se publican. Hay cuestiones que verdaderamente pueden ser preocupantes para la buena gente que veranea en Sevilla, o que está acongojada por la duda en las playas andaluzas. Pues la buena gente no se podía imaginar que tantos ladrones iban a robar un Seat León o un BMW de la serie 3, incluso quizá algún Volkswagen o un Opel, para alunizar en  un centro comercial, o en las tiendas de telefonía móvil que se encuentran por el camino, antes de concluir la ronda nocturna estrellados en un Burger King.

POR favor, no le busquen comparaciones futbolísticas, pero así como existió Sevilla la Roja, parece que ahora existe Sevilla la Verde. En realidad, es lo mismo: son los herederos del PCE, que evolucionó desde el comunismo más casposo, purgante y de Stalin al eurocomunismo suavecito que aceptó la bandera rojigualda. Y, con el tiempo, como no daban pie con bola, se han reinventado. Primero como indignados, y ahora como ecologistas y animalistas. El arboricidio viene por ahí, sin dudar de los buenos propósitos de los amigos de los árboles. Igual que viene por ahí el amor a las cotorras puñeteras. A día de hoy, han pasado de Marx y Lenin a San Francisco de Asís, y ven a Juan Espadas como el Hermano Lobo con piel de cordero.

LAS fuerzas vivas sevillanas están distraídas en agosto, por lo que no han organizado una campaña de indignadas protestas por la pérdida del Hyperloop. La gente sigue asimismo acalorada, por lo que pueden suponer que eso del Hyperloop es un nuevo hipermercado, y que no le hace falta a la ciudad, una vez que han prometido que no sufriremos atascos en los nuevos centros comerciales de Torre Sevilla y Palmas Altas. Sin embargo, en condiciones normales, estas maravillosas pruebas de investigación con el Hyperloop (el tren de levitación de altísima velocidad, que circularía con cápsulas para 40 pasajeros a más de 1.200 kilómetros/hora) se deberían haber concedido a Sevilla. Por pamplinas más simples han organizado mesas redondas.

ES apasionante esta polémica que se ha montado entre el PP y el PSOE para ver cuáles son las calles más sucias del casco antiguo. Empezó Amidea Navarro, hablando de que hay más de 100 calles de la zona histórica “con suciedad incrustada”. Es decir, calles que son como de pata negra de suciedad. Esta apreciación indignó al delegado del distrito, Juan Carlos Cabrera. Y también a Lipasam, que respondió con la nómina de baldeos y barridos. Aquí no hay término medio. Aquí hemos pasado de los directivos del Sevilla y el Betis (y Joaquín Sainz de la Maza cuando era presidente del Consejo) apoyando para la campaña de la ciudad más limpia de Europa a dar el cante de la ciudad más sucia del mundo.

UN año después del atentado islamista en Barcelona se ha confirmado la bochornosa politización de aquel ataque terrorista. Pero no sólo influyó en el proceso independentista catalán, que ya estaba subido de tono con Puigdemont. Por el miedo a que se repitiera en otras ciudades, el ataque del 17 de agosto de 2017 condicionó más que el del 11 de marzo de 2004. A pesar de que originó menos víctimas (aunque una sola ya sería demasiado), en Sevilla también ha influido más. Desde el verano pasado aumentaron las medidas de seguridad, visibilizadas con la proliferación de maceteros y de bolardos o marmolillos. Aquel atentado y los incidentes de la madrugada del Viernes Santo de 2017 (sin relación entre sí, por supuesto) cambiaron los criterios. Así se convirtió el Cecop en el Gran Hermano de Sevilla.