LA globalización nos puede llevar a adoptar los usos y las costumbres de otros países. Es lo que está ocurriendo con las fiestas de Todos los Santos y los Fieles…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
LAS lluvias torrenciales y los vientos provocaron ayer inundaciones y destrozos en Andalucía, sobre todo en las provincias de Sevilla y Huelva. Coincidía la fecha con el aniversario de la dana que causó 229 muertos en Valencia, lo que acentuaba el impacto psicológico. En Sevilla se sabe que las grandes…
A los pocos días de la catástrofe, escribí que Carlos Mazón debía dimitir como presidente de la Generalitat valenciana. Es lo que pensaban (y siguen pensando) la mayoría de los ciudadanos. Ha sido un error mayúsculo que permaneciera en el cargo, con la excusa de que sería el piloto de…

LOS hinchas del Cádiz están furiosos porque dicen que les roban los partidos incluso con el VAR. Y que se aprovechan del fútbol del coronavirus a puerta cerrada, pues ya no se les puede decir “árbitro guapetón” en Carranza. Yo no sé por qué se extrañan, pues era cuestión de tiempo que aprendieran a manejar el invento. Y como unas cosas quedan a criterio de los árbitros, y otras son interpretaciones, y ahora me voy a ver la televisión, y ahora con la personalidad que tengo voy a decir justamente lo contrario de lo que dije hace dos minutos cuando ya lo vi a un metro, pues así nos va. A los que se fijan en mis profecías (y las recuerdan según cuándo), se lo advierto: el día después de ganarle al FC Barcelona por 2-1 se lo dije a unos amigos: el Cádiz es un firmísimo candidato a descender a Segunda. Por varios motivos, y no sólo los árbitros.
FALTA sólo una semana para que se consume una de las mayores barbaridades contra la democracia en España. Me refiero a las elecciones autonómicas de Cataluña, que han convocado coincidiendo con la tercera ola del Covid-19, con restricciones y medidas sanitarias en las que resulta imposible votar con normalidad. Tampoco es factible constituir las mesas electorales sin arriesgar a sus componentes. Lo que está sucediendo es abusivo, es un retorcimiento de la democracia, aunque haya sido autorizado por la Junta Electoral. Y si la participación flojea no será inevitable, sino porque lo han buscado con intencionalidad ventajista. El principal motivo por el que no se aplazan es porque Pedro Sánchez y los socialistas catalanes se han negado para aprovechar el gran momento de Salvador Illa.
SE habla y se escribe mucho de la presión hospitalaria, pero en esta pandemia echamos en falta el nuevo hospital de Cádiz. Seamos serios. Los gobiernos, tanto del PSOE como del PP, sólo construyen las infraestructuras cuando detectan un nivel de exigencia alto. Sin embargo, cuando los ciudadanos acogen los proyectos con indiferencia pasota, o son sumisos a las cancelaciones (como ocurrió en Cádiz), eso que se ahorran. Les resulta más beneficioso gastárselo en otras ciudades donde los reclaman con más ganas. Así que buena parte de culpa de que el Hospital de Puntales sólo sea un solar con jaramagos es de los gaditanos y de las gaditanas, de la sociedad civil, que no exigió ese proyecto como una necesidad urgente.
EN este Gobierno, como suele ocurrir en este país, cada cual sólo se preocupa por lo suyo. Así un ministro dice algo y otro lo contrario, depende del departamento. Es natural que la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, quiera potenciar los viajes en Semana Santa, porque eso sería lo suyo. Lo antinatural es que esta señora no ponga los pies en el suelo y salga a levitar por los mundos de Yupi. En Sevilla la situación se entiende bien, pues las procesiones de Semana Santa están suspendidas, lo que la hace insalvable. Igual que ocurre con la Feria de abril. Parece que aquí el problema sólo afecta al turismo y la hostelería, pero es más profundo.
CON las vacunas del coronavirus está pasando lo mismo que con el carro de Manolo Escobar. Si ahora hubiera un Carnaval como Dios manda, un COAC de gran categoría, como diría Juan Manzorro, en el popurrí podrían cantar: “Mi vacuna me la robaron/ estando de romería/ mi vacuna me la mangaron/ anoche mientras dormía”. Ya sé que ahora tampoco hay romerías, pero es una licencia poética chirigotesca. Nadie ha sabido nunca dónde estaba el carro, y tampoco nadie sabe dónde están las vacunas. Las de Pfizer desaparecieron como por arte de magia, como por un encantamiento del Mago González. Y las de AstraZeneca parece que las han retenido en la pérfida Albión. Vamos a dar una pista: a lo mejor hay algunas en Gibraltar, como el chocolate en los tiempos de Franco, y se pueden conseguir en el contrabando. Con permiso del cierre perimetral.