LA Vuelta ciclista a España de 2026 volverá a la provincia de Cádiz y tendrá una etapa importante entre El Puerto de Santa María y Jerez. Importante porque puede ser…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
JUANMA Moreno Bonilla nació en Barcelona, hace 55 años, pero se le considera malagueño. No obstante, esa referencia del lugar donde vino al mundo le condiciona. El pasado fin de semana volvió a Cataluña para presentar su libro, Manual de convivencia, y para asistir a la misa que presidió el…
SIEMPRE es bueno que haya niños traviesos en casa. Siempre es bueno que esté Puigdemont en su exilio con una amnistía pendiente y que Junts retire su apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez, con Miriam Nogueras ejerciendo de mujer fatal, pero sin permitir que caiga. Sin embargo, el mayor culpable…

CUANDO se habla de los horrores de Sevilla (esos proyectos de infinita duración), pensamos en el edificio de la Gavidia y el antiguo mercado de la Puerta de la Carne. Pero también hay otro horror en Los Remedios. El edificio de Tabacalera, propiedad de Altadis, cerró sus puertas el 28 de diciembre de 2007. Como si le pesara la inocentada, desde entonces se ha hablado mucho y no se ha visto nada. Tres alcaldes han buscado una solución, sin éxito hasta el momento. En julio del año pasado, Juan Espadas anunció que el proyecto estaba desbloqueado tras un acuerdo con Altadis. Sin embargo, no pasa a la fase de realidad.
HAY una gran alarma internacional ante este coronavirus. No me refiero al de Wuhan, donde siguen tomando medidas para encerrar a unos 20 millones de chinos, sino al coronavirus de Sánchez, que puede certificar la defunción de un país con más de 46,6 millones de habitantes. Sus efectos son perniciosos y está causando estragos. El foco inicial parece que fue detectado en el Palacio de la Moncloa, donde un gurú llamado Iván Redondo estaba haciendo cosas raras para ganar las elecciones, y su invento se le fue de las manos. El primer síntoma del coronavirus de Sánchez es la amnesia. Un día dice una cosa y al siguiente dice la contraria, pero nunca recuerda que dijera nada.
ES curioso que el Tribunal de Cuentas elabore un informe sobre el retraso de las obras en el segundo puente de Cádiz, y que lo publiquen cuando hace más de cuatro años que lo han inaugurado. El informe también ha acumulado retraso, aunque no habrá tenido sobrecoste. En este país ningún proyecto es acabado en tiempo y forma. Por otra parte, esa noticia ya se publicó antes de que terminaran el puente. El presupuesto inicial era de 272 millones de euros. Según el Tribunal de Cuentas pasó a 462 millones de euros, aunque el coste real fue superior a los 500 millones, según otras estimaciones. Ese sobrecoste no fue por casualidad, sino porque el puente, planteado en tiempos de Aznar y continuado con Zapatero y Rajoy, se hizo a la carta, al gusto del consumidor.
EN el salón alto de El Rinconcillo se reunió una selecta representación de periodistas sevillanos para asistir a la puesta en escena del 350 aniversario. Y también para grabar unas palabritas en los videos que Paco Robles y Lola Chaves están elaborando sobre esta celebración histórica. Ya ha informado Diego J. Geniz, en este Diario, sobre los principales detalles. Cuando se habla de un 350 aniversario, se piensa en una procesión extraordinaria, que en este caso no saldrá, claro, aunque El Rinconcillo está a la vera de Santa Catalina, de donde salen los Caballos, y son los vecinos del bacalao con tomate. En el 300 aniversario tampoco hubo salida, pero sí un pregoncillo de don Antonio Rodríguez Buzón, que era buen parroquiano y versificó a su modo.
EL destino devolvió al Cádiz, en el último minuto, los dos puntos que le regalaron al Mirandés. Parecía imposible que le marcaran un gol al Racing de Santander, que había jugado con uno menos durante más de 80 minutos (prolongaciones incluidas) por la merecidísima expulsión de Olaortúa, que hizo una entrada de aizkolari a Nano Mesa, al que lesionó. Esta jugada enrareció el partido, que pasó a ser un recital de impotencia por parte del Cádiz. Hasta que llegó la jugada del gol, con un chupinazo postrero de Juan Cala. Premio para el central, que había sido el mejor del Cádiz con diferencia.