EL final de la Feria larga ha coincidido con la final de la Copa del Rey. El fútbol se mezcla con todo lo sevillano. La cosa empezó con el pescaíto, que forzó el adelanto a la mañana del sábado primero del partido Sevilla-Villarreal. Siguió con un Betis-Las Palmas el jueves de Feria, ya en la segunda parte de la fiesta larga. Y termina hoy, con la final de la Copa entre el Sevilla y el Barcelona. Algo más que un partido. No se habla de otra cosa, porque  no se sabe lo que pasará. Ni en el terreno de juego, ni en las gradas, ni en el palco. Desde diversos ámbitos, empezando por Bartomeu, han intentado politizar el partido. De modo que parece que el fútbol es lo de menos.

FALTAN estadísticas para saber cuántos grandes proyectos, cuántas grandes ideas, han nacido en una caseta de Feria. Mientras se critica que las fiestas sirven para el holgazaneo de los sevillanos y las sevillanas, se minusvalora la sugestiva capacidad que ofrece para las ocurrencias. No se sabe por qué (aunque te lo puedes imaginar), es un tiempo estimulante, como si la capacidad creativa fluyera más suelta, como si flotara en el ambiente algo especial. En la Feria surgen ocurrencias de todo tipo. Algunas están referidas a la propia Feria, que quedaría irreconocible, si resultara reformada según las propuestas barajadas estos días. Todos los alcaldes, también Espadas, han ido a la Feria con las orejas bien abiertas a las genialidades, igual que los portavoces, y a ser vistos, como dicen ahora.

EN apenas unas horas ha demostrado Susana Díaz que puede cumplir con la obligación del trabajo y con la devoción del feriante. Como tantos sevillanos y sevillanas. El martes fue fotografiada vestida de flamenca en la caseta de la Asociación de la Prensa, lo que en sí mismo no es noticia, pero sí que la presidenta de la Junta de Andalucía aparecía junto a Pedro Sánchez, su secretario general, que estaba con Alfonso Rodríguez Gómez de Celis y otros afines. A la mañana siguiente (o sea, ayer), fiesta local en Sevilla, fue fotografiada en la puerta de la Moncloa junto a Mariano Rajoy, esta vez sin vestir de flamenca, sino de presidenta de todos los andaluces. Incluso le dio un besito de cortesía a Rajoy,  ya que iba en plan institucional total.

EN Sevilla gustan mucho las tradiciones de hondo arraigo, que se perpetúan con el tiempo. Sin embargo, asimismo hay tradiciones que se consolidan de un año para otro; y que según los entendidos en tradiciones, no son tales, sino novelerías que cuajaron y ahí quedaron. No es lo mismo la procesión de la espada del día de San Clemente que la fiesta del miércoles de Feria, que aprobó el alcalde Juan Espadas en 2017. Eso también se olvida: toda tradición ha tenido un inventor, que no la heredó de sus abuelos. En el siglo XXII, el miércoles de Feria podrá ser considerado una fiesta tradicional, si es que llega tan lejos.

TANTO decir que los sevillanos no trabajan en la Semana Santa y la Feria, que se escaquean dos semanas del año por la cara, y nos lo hemos creído. Pero es mentira. A las pruebas me remito. Ayer el ex presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, fue obligado a hacer el paseíllo, por culpa de los Eres. Con todos los respetos a su presunción de inocencia. Ni que fuera Manzanares, Roca Rey o Ferrera. Ya lo advirtió Gaspar Zarrías, que siempre ha sido espabilado: ese juicio se debía aplazar hasta después de Feria. Total, si con el retraso que llevan desde los tiempos de la juez Alaya no se va a notar.