LA globalización nos puede llevar a adoptar los usos y las costumbres de otros países. Es lo que está ocurriendo con las fiestas de Todos los Santos y los Fieles…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
LAS lluvias torrenciales y los vientos provocaron ayer inundaciones y destrozos en Andalucía, sobre todo en las provincias de Sevilla y Huelva. Coincidía la fecha con el aniversario de la dana que causó 229 muertos en Valencia, lo que acentuaba el impacto psicológico. En Sevilla se sabe que las grandes…
ESTE país, quizás el más progresista del mundo (con permiso de Venezuela), es la locomotora económica de Occidente. Tiene la mayor subida del PIB; batimos el récord de empleo y de parados a la vez, y es el único de la OTAN que no puede llegar al 5% en gastos…

A la buena gente vacunada, el Presupuesto de Andalucía no le importa mucho, ni poco, sino nada. Cuando llega diciembre, sólo se habla de presupuestos y de dinero, y de las pagas extras, y de la inflación, todo relacionado con el vil metal, que no es lo mismo que el Proletariado del Metal. La buena gente vacunada sabe que en 2022 nos pondrán dos o tres vacunas más, aunque las cuentas estén prorrogadas. Yo fui al ambulatorio para vacunarme de la gripe y la enfermera me dijo: “Se lleva usted la última vacuna que me quedaba. Y, además, ya que ha venido, le pongo la tercera dosis del Covid 19”. Dos vacunas en todo lo alto. Saludos desde el tercio y hasta la próxima.
EN el artículo del pasado miércoles, me refería a que Cádiz aún vive con ideas y actitudes del siglo XIX y que ese es el motivo principal que dificulta el progreso. En los incidentes de la huelga del Metal se ha relacionado esa conflictividad con las broncas de hace 45 años en los astilleros. Pero incidentes en Cádiz y batallas campales para protestar los hubo con anterioridad. El próximo domingo, 5 de diciembre, se cumplirán 153 años de la sublevación y guerrillas callejeras de los denominados Voluntarios de la Libertad, uno de cuyos comandantes fue Fermín Salvochea. Ese espíritu es el mismo que sigue presente, con su tataranieto político, el alcalde Kichi, aunque más civilizado, ya que no empuña armas, sino un megáfono.
SE aproxima el puente de la Constitución y la Inmaculada. Unos lo aguardan con alegría y otros con recelo. Estamos en un momento delicado de la normalidad pandémica, diciéndole a la gente una cosa sí y la contraria también, con lo cual aciertan y se equivocan a la misma vez. Este puente es de altos vuelos, de los que algunos privilegiados disfrutan desde la tarde del viernes 3 a la noche del miércoles 8. Casi una semanita, que nos parecerá bastante santa en Sevilla, ya que saldrán procesiones extraordinarias y ordinarias. Además de las veneraciones (antes besamanos), que afrontan su temporada alta: de la Inmaculada a la Esperanza. Y con la exposición y venta de dulces de conventos en el Alcázar. Estamos como si todo y como si nada.
A consecuencia de la huelga del Metal, en el resto del mundo se han enterado de que otro Cádiz también existe. En los últimos años, Cádiz era una provincia playera, donde venían los turistas a practicar deportes de viento en Tarifa, comer atún rojo salvaje de almadraba en Barbate o Roche, descansar en los hoteles lujosos del Novo, y visitar la capital, Cádiz, esa ciudad de chirigotas, tan curiosa y graciosa. Ahora también piensan que Cádiz es un lugar donde la gente se subleva por la subida de un convenio, va quemando lo que encuentra por las calles, y votan a un alcalde estrafalario que da consignas con un megáfono contra la tanqueta de Marlaska. Ni antes ni ahora han entendido a Cádiz. Y puede que muchos gaditanos tampoco la entiendan. Pues el principal problema de Cádiz no es el paro, sino que todavía vive como si estuviera en el siglo XIX.
EN el debate sobre la financiación autonómica hay un evidente enfrentamiento. Es una lucha entre las comunidades como Andalucía, que defienden un criterio basado en el número de habitantes, y las de la llamada España vaciada, que piden un ajuste basado en otros aspectos, como la extensión, el envejecimiento y la migración, para no hundirse más. Contentar a todos será difícil, por lo que quizás el Gobierno optará por perjudicar a todos. Sin embargo, más allá del conflicto, queda la realidad de un país que se está reseteando y cambia casi sin querer. Y que ya no está sólo condicionado por los independentistas de Cataluña y el País Vasco.