LA globalización nos puede llevar a adoptar los usos y las costumbres de otros países. Es lo que está ocurriendo con las fiestas de Todos los Santos y los Fieles…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
LAS lluvias torrenciales y los vientos provocaron ayer inundaciones y destrozos en Andalucía, sobre todo en las provincias de Sevilla y Huelva. Coincidía la fecha con el aniversario de la dana que causó 229 muertos en Valencia, lo que acentuaba el impacto psicológico. En Sevilla se sabe que las grandes…
A los pocos días de la catástrofe, escribí que Carlos Mazón debía dimitir como presidente de la Generalitat valenciana. Es lo que pensaban (y siguen pensando) la mayoría de los ciudadanos. Ha sido un error mayúsculo que permaneciera en el cargo, con la excusa de que sería el piloto de…

EN estos días se habla y se escribe de las fusiones bancarias, de CaixaBank, de Bankia, de si el Gobierno va a tener participación pública en el primer banco de España (con lo cual Pedro y Pablo serían banqueros por un día, digo por un tiempo). También de que el Gobierno rectifica (a la fuerza) y permitirá a los ayuntamientos que puedan usar su superávit sin confiscarlo. Esos préstamos eran controvertidos, porque los ayuntamientos no querían hacer de prestamistas, o de diteros del Gobierno. Y, además, que si los obligaban por la cara no eran préstamos, sino incautaciones. Algo propio de las guerras sucias y las pandemias locas.
LA buena gente está que se sube por las paredes con la comisión bananera para el nombre del estadio. Los nombres más votados eran Carranza y Ramón de Carranza, pero los colegas de Kichi decidieron cambiar las normas sobre la marcha, y eliminar todos los nombres propios, para que el estadio se llame Tacita de Plata o algo pamplinoso. Es una vergüenza para Cádiz, pero es preferible tomárselo de cachondeo, y que la señora Mara lo tenga en cuenta a la hora de sus votaciones y también para las mociones de censura. Sin embargo, lo peor no es eso, sino que parece que está en marcha la venganza del Carranza, y esto puede ser tremendo. De miedo. Habemus gafe. Y de los gordos.
PARECE que las críticas al gobierno municipal de Juan Espadas por el adoquíncidio son novedosas, quizás inspiradas por las últimas obras, como las calles Cuna y Mateos Gago, o la anterior de Baños. Nada de eso. El adoquín sevillano (o sea, el de Gerena) ya tenía su profeta, que es el arquitecto Javier Queraltó. Fue concejal de Urbanismo y ha predicado con el ejemplo, con obras maestras, como la rehabilitación de la Judería, y también ha predicado en el desierto, cuando vio que en el Ayuntamiento se están cargando el adoquín auténtico desde la década anterior y lo sustituyen por otro de Quintana de la Serena (Badajoz), más liso, menos ruidoso y diferente.
COMO saben a lo que juegan, el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, va contra los ricos, pero de boquilla; y el presidente, Pedro Sánchez, se hace el sordo. Es normal, porque votan más pobres que ricos, y porque los ricos nunca votarían al Coletas de todos modos. También es normal porque Pablo Iglesias practica la lucha de clases, como comunista que es (no se sabe por qué a muchos comunistas les da vergüenza reconocer que son comunistas, y dicen que son comunes, o podemitas, o de IU); y en la lucha de clases el objetivo de los pobres es acabar con los ricos. En Cuba y otros países donde lo consiguieron, al no haber ya ricos, todos son pobres. En España aún quedan algunos pobres que viven en un chalé.
SE veía venir que pasaría lo que pasó, porque todavía siguen mentalmente (y en la práctica) en Segunda División. Con una plantilla que no está a la altura, con un planteamiento táctico prehistórico y con errores propios del fútbol modesto. Lo peor no fue empezar con una derrota, ni que el Osasuna ganara por 0-2 aprovechando las dos únicas ocasiones claras de que dispuso. Lo peor fue la sensación de inferioridad, la falta de ideas, y la evidencia de que el rival estaba ganando casi sin despeinarse. Pocos se salvaron en este mal debut, que obliga a una rectificación a fondo para no hacer el ridículo.