EN la polémica por los cambios de nombres de las calles, la opinión de los vecinos es importante. Son los afectados. Pues si te cambian el nombre de la calle,…
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EN los últimos años se ha puesto de moda construir piscinas en las azoteas de los edificios. Esta es una costumbre propia de madrileños y sevillanos, ya que en sus ciudades no hay mar. En Cádiz, como sí lo hay, a los gaditanos jamás se les ocurrió construir piscinas en las azoteas, que era una pamplina. ¿Para qué quieres una piscina en la azotea, si te puedes bañar en la Caleta, en Santa María del Mar, en La Victoria o en Cortadura? Los gaditanos no son marineros de agua dulce. Así en Cádiz, cuando había paladar, en las azoteas construían torres-miradores, para otear el horizonte marítimo; y lavaderos, que servían para lavar cuando no había lavadoras, además de que allí ensayaban las chirigotas cuando las Fiestas Típicas de José León de Carranza. Algunos lavaderos se reconvirtieron en áticos para pobres, o en el cuarto de la criada en las casas de señoritos y señoritas.
EN estos días de traslado del Señor de Sevilla a Los Pajaritos, han ocurrido fenómenos portentosos. Sin entrar en lo religioso, menciono sólo dos profanos: nunca se había visto tanta gente de otros barrios en Los Pajaritos y nunca se había visto a ciertos políticos delante de unas andas. Por ejemplo, el edil Antonio Muñoz fue fotografiado en la basílica del Gran Poder, antes del traslado, no siendo persona de costumbres capillitas hasta el momento. A partir de ahí, parece que ha ganado puntos para ser el candidato del PSOE en la sucesión de Espadas. Aunque tampoco se debe olvidar que Juan Carlos Cabrera, como responsable de las Fiestas Cofrades y la Policía Local, se juega mucho y tiene velas en este asunto.
EN los últimos días hemos leído diversas declaraciones y artículos en relación con el presunto traslado del Tribunal Constitucional desde Madrid a Cádiz. En este Diario, apuntaba José Ramón del Río que la propuesta no se debería convertir en una ocurrencia gaditana más. Hay motivos para suponer que podría ser así. No obstante, la opción de que Cádiz sea la sede del Tribunal Constitucional, teniendo en cuenta su acrisolada vinculación histórica al constitucionalismo español, es menos extravagante de lo que puede parecer a priori. Y no por lo que digan en Cádiz, donde ya sabemos que la ocurrencia se propone a diario, sino porque hay razones objetivas. Y porque en Madrid le han prestado cierta atención.
A pesar de lo que digan en el Congreso del PSOE, de cara a la galería y con brindis al sol, después está la realidad del día a día. Ir partido a partido, que dijo Simeone. O ir elecciones a elecciones, que dirían ellos. Y es evidente que el PSOE, el partido con más historia de los que todavía quedan, se encuentra en una encrucijada, en un tiempo diferente, que le obliga a una mayor imaginación si quiere seguir en el poder. Hasta ahora Pedro Sánchez sólo se ha movido en un corto plazo, con el objetivo de llegar a la Moncloa y mantenerse después. Ese trayecto se le complicó, porque se encontró con una pandemia inesperada, que gestionó mal al principio; y que mejoró cuando dejó de gestionarla su Gobierno y le traspasó la cogobernanza a las autonomías, que se han encargado de vacunar y recuperar la normalidad. Está bastante tocado, pero no hundido. La oposición no ha rematado la faena.
LA buena gente mayor, de costumbres carrozas, camp, rancias, casposas, o como les llamen, habrá oído esa canción tan carca de Mirando al mar. Pero la versión gaditana de mirando al mar no es la de Jorge Sepúlveda, que evoca los tiempos del blanco y negro en el Cine Gades, sino que en Cádiz siempre se ha mirado al mar, aunque sea de reojo. Uno de los tópicos locales asegura que Cádiz sólo ha sido rica “cuando mira al mar”. Se fundamenta en los miradores, con los galeones y demás barcos que iban y venían para hacer las Américas, y no sólo para matar indios (más han matado en las películas de los cowboys y los pieles rojas), sino para comerciar. Pero eso nos llevaría por otros derroteros de la anti hispanidad, falsificada y manipulada, que fue contemporánea del mayor esplendor de Cádiz, por cierto. Aquí el mar nos sigue dando sorpresas. La última vez por la Sail GP de los barcos voladores en el puente del Rosario y el Pilar. No obstante, al mar se mira todos los días. Es uno de los alicientes del turismo, el maná de ahora.