NO es sólo por el desastroso estado de la autopista AP-4 entre Sevilla y Cádiz. Se habla y se escribe mucho de los atascos y el colapso, sobre todo en…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
YA se considera un éxito el tranvibús de Sevilla Este, por la buena acogida que ha recibido. Es el primer intento serio para mejorar la conexión de los barrios que crecieron en el entorno del Polígono Aeropuerto con el centro de la ciudad. Sevilla Este fue el gran proyecto de…
HE escrito en varias ocasiones que la estrategia electoral del PSOE pasa por hinchar a Vox. Por eso, lo que hace Pedro Sánchez va en esa dirección. Con un PP debilitado y un Vox fortalecido la diferencia entre las fuerzas del centro-derecha y la extrema derecha se quedaría diluida. Y…
ES muy curiosa la polémica que se ha montado en Cádiz a cuenta del nuevo hotel de Renfe. Ya se ha organizado una mesa redonda en la Asociación de Vecinos Casco Antiguo, donde todos los que intervinieron se mostraron en contra del nuevo hotel. Conozco a los que participaron y son personas cargadas de buenas intenciones. Pero me parece que el más sensato fue concejal de Urbanismo, Martín Vila, que no se pronunció porque todavía no conoce el proyecto. De ahí que le pareciera prudente esperar a que lo presenten. Si es que lo presentan, esto lo añado yo.
SÓLO faltan 14 puntos para cumplir el objetivo de la salvación. No se sabe cómo ganó el Cádiz. Con uno menos y jugando sin acierto en los pases. Pero con una enorme entrega y con fe cuando era más necesario. Se iba avanzando en el tiempo a base de puntapiés al balón. Y cuando se daba por bueno el empate, cuando Ortuño había ido al banquillo, llegó un Aitorazo, un golazo de los suyos. Tres puntos para vivir un sueño: con los pies en el suelo no se hubiera ganado. El amarillo no sé si estará maldito para los artistas. Para el Cádiz, como escribió Manolito Santander, está bendito.
LA buena gente es desagradecida. Lo mismo encumbra que olvida. Lo mismo pelotea con falserío que critica sin piedad. Y, además, están despotricando contra un pasado en el que tuvieron tanto que ver. Fíjense lo que ha sucedido con aquellas pantallas LED. Primero amenizaban nuestras esperas en los semáforos o en las paradas de autobús. Después parecían las culpables de todos los males de Cádiz. Se convirtieron en un símbolo para los enemigos de la señora Martínez. ¿Qué culpa tenían las pobres pantallas? Se pasaron un poco con el puente, vale. Pero también se anunció el carril bici, y todavía no lo hemos visto. Ahora sobreviven algunas, de mala manera. Sin embargo, Cádiz está peor. O eso me dice todo el mundo.
EL número mágico de Sevilla es el dos: incluye a uno y otro. La operación mágica de Sevilla es la división: nada de sumar, ni multiplicar, ni siquiera restar; a dividir (sobre todo entre dos). El símbolo perfecto de Sevilla, pese a ser una ciudad occidental, es oriental: el yin y el yang. El río Guadalquivir le viene de maravilla a Sevilla, porque la divide por la mitad. Y, por si no fuera suficiente, en la Cartuja le hicieron una corta, para desviarlo y que dividiera todavía más. Lo de divide y vencerás no se inventó aquí, aunque lo practicó Julio César, que fue premiado con una de las dos columnas de la Alameda de Hércules. Quienes viven en estas tierras lo saben: donde haya uno, pronto se convertirá en dos.
NUESTROS políticos han ido a promocionar a Cádiz en la Feria Internacional del Turismo, que se celebra en Madrid. Es un duro trabajo. Ese Fitur, que un día se calificó como Fritur, por aquellos fritos variados que se degustaban. Lo curioso es que allí va cada cual a su manera, a salir en las fotos por su cuenta. Como si los turistas vinieran gracias a ellos. Pero lo que más me ha llamado la atención es que en Fitur ha pasado lo mismo que aquí: la Diputación y el Ayuntamiento han ofrecido dos versiones diferentes de Cádiz. Parecen mundos paralelos, o para lelos.
La Diputación ha intentado dar una imagen de diversidad de la provincia, más en sintonía con el carácter técnico del evento en cuestión. Irene García, cuando intervino en la presentación, apareció rodeada de empresarios provinciales, como el presidente de la Cámara de Comercio, Ángel Juan; o el presidente de Horeca, Antonio de María; o políticos como Fran González, además de técnicos. Todos los señores con corbata (prenda muy utilizada en ferias como esa, a la que suelen acudir directivos) y todas las señoras con ropa de Zara y Mango, mayormente. Una cosa para cumplir.
Por el contrario, me ha sorprendido la imagen de pandereta que ha dado el Ayuntamiento gaditano. También me ha sorprendido que la oposición municipal, distraída con temas irrelevantes, no se preocupe por eso. La presentación estaba a cargo del alcalde, José María González, la concejala del sector turístico, Laura Jiménez; el concejal de Economía, David Navarro, y el actor Antonio Resines, como artista invitado. Y para hacer propaganda (¿o es autobombo?) de la ciudad se utilizó como reclamo principal (y casi único) el Carnaval.
Después no quieren que le recuerden que es comparsista en la reserva activa. O en excedencia, nunca se sabe. Reducir el atractivo del turismo en Cádiz al Carnaval me parece bochornoso. A mí también me gusta, por supuesto. Pero Cádiz tiene mucho más. La ciudad trimilenaria existía antes de los coros, comparsas, chirigotas y el cuarteto que lo presentó. Ahí está ese Cádiz del Tricentenario que se conmemora en 2017, con el traslado de la Casa que regulaba el comercio con América; y que se consiguió gracias a las gestiones municipales de entonces. Véase el declive: ahora se conforman con pedir una Gran Regata para 2020. Cuando puede que gobiernen otros; o no.
“Lo más puro de Cádiz que podemos ofrecer” es el Carnaval. Es la visión turística de la ciudad que tiene el alcalde comparsista. A partir de ahí, lo demás cae por su peso.
José Joaquín León