HAY una Sevilla oficial que vive a base de tópicos y se termina creyendo sus propias mentiras. Pasa cuando se habla de barrios pobres y barrios ricos. Ese contraste brutal. Esa diferencia asombrosa entre los lugares donde vive la gente pudiente, o las clases medias, comparado con la pobreza y la renta mínima de otras barriadas (a las que ahora está mal visto denominar marginales). Sin embargo, esos contrastes de ricos y pobres en Sevilla jamás se solucionarán, si no se combate la droga y se afrontan las consecuencias que ha originado en barrios como las Tres Mil y Los Pajaritos.
ASÍ como quien no quiere la cosa, el alcalde Juan Espadas se está convirtiendo en un Santo Varón del PSOE. Puede que no sea un barón de los que salen en los telediarios. Pero es un varón que tiene mano de santo para sacar las castañas del fuego. Ha conseguido que los votantes de otros partidos digan de él: “Parece que no es del PSOE”. Y eso no se sabe si es malo o es bueno. Quizá para él es bueno, porque los socialistas convencidos suelen votar al PSOE. Con el presupuesto municipal ha vuelto a conseguirlo. Y en la tribuna que publicó, titulada Gana Sevilla, ganamos todos, demuestra que está feliz. Porque ha ganado él.
UNA buena noticia. Después de aprobar los presupuestos de todos van lanzados. Ayer Juan Carlos Cabrera dijo que no hace falta cerrar los bares de la carrera oficial durante la Madrugada. El delegado municipal de Fiestas Mayores y Seguridad asume así la reivindicación de muchos sevillanos para que se puedan tomar el café, o el chocolate (me refiero al chocolate auténtico) sin necesidad de esperar a las seis de la madrugada. Y atendiendo las necesidades, que son las que son. Así como en los antiguos banquetes se remataba con café, copa y puro, en la Madrugada se ha reconocido oficialmente que hay evidentes diferencias entre el café y las copas.
POR aquello de no confundir lo cultural con lo cultual, a veces las hermandades han tenido reticencias para organizar exposiciones con imágenes. Sin profundizar en ese asunto (que requeriría una larga consideración), es evidente que en los últimos años se han organizado exposiciones de todo tipo. Basta con recordar las de los últimos días. En el IAPH estuvo expuesto el Cristo de la Agonía, de Vergara (Guipúzcoa), tras su restauración. En el Círculo de Labradores se ha podido admirar el manto de la Virgen del Dulce Nombre, señorial y suntuoso tras su restauración por Jesús Rosado. En las salas bajas del Ayuntamiento se puede contemplar la magnífica exposición de la Hermandad del Amor.
NICOLÁS Jesús Salas fue mucho más que un periodista, o un escritor que reveló secretos de la Sevilla del siglo XX. Nicolás era, ante todo, la desmesura, un volcán de energía que se proyectaba en lo que hacía, con vehemencia y con un ímpetu capaz de derribar los obstáculos. Podía ser intratable e imparable, o todo lo contrario. Podía ser un huracán que arrolla, pero siempre aparecía el hombre justo que no traicionaba sus principios. Suavizó y redefinió su personalidad con los años. Siempre fue un personaje excepcional, sin el cual no se puede entender el siglo XX en Sevilla: la segunda mitad por lo que hizo y la primera por lo que descubrió y difundió.