ANTES se decía “Fulanito vive a cuerpo de rey”, y no era por don Juan Carlos I, que acaba de publicar sus memorias. Sin embargo, ahora (cuando no invitan al…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
ABEL Moreno Gómez es un triunfador. Y eso despierta la admiración en la gente sencilla, y es lo que se quedará para la posteridad. Pero también origina envidia, entre los que intentar regatear méritos. Abel Moreno es una figura de la música popular sevillana, andaluza y española, pero no siempre…
LES quedará el consuelo de que peor que ahora no van a estar, cuando se vote. El congreso del PP andaluz les ha llegado en su momento más difícil de la legislatura. Juanma Moreno se equivocó, al pecar de un exceso de confianza con la sanidad andaluza. En décadas pasadas,…

EN los asuntos del Carnaval, al alcalde de Cádiz se le ve el plumero. Así ha ocurrido con la plaza de Antonio Martín. La petición para el Niño de la calle San Vicente venía de atrás (con motivo de sus 50 años de concurso y lo muchísimo que ha aportado a esta fiesta), y es gustosamente asumida por los carnavaleros. Era una decisión tomada, a la espera de los trámites oportunos. Curiosamente, ha salido a la luz cuando se aviva el mosqueo por las fechas del concurso. Y, además, sirve para crear una polémica gaditana: está muy bien dedicar una calle o una plaza a Antonio Martín, ¿pero es necesario que eliminen la Cruz Verde?
YA tenemos otro invento de categoría en Cádiz: la Ciudad Educativa. ¿Y eso cómo se explica? Digamos que es una versión mejorada de la quimera de la Ciudad de la Justicia, para provocar carcajadas en la Ciudad que Sonríe, como fue calificada en otros tiempos, cuando la dicha ciudad justiciera ya tenía licencia; para nada, por cierto. En la reunión que mantuvieron el alcalde, José María González, y el nuevo delegado de la Junta de Andalucía, Juan Luis Belizón se planteó esta alternativa. Se trata de una propuesta demagógica, cuya única finalidad es buscar un enfrentamiento (de cara a la galería) entre la enseñanza pública y la concertada.
SE denomina gestación subrogada, que es una forma de camuflarlo con dos palabras confusas. En la práctica, consiste en alquilar el vientre de una mujer para que realice la gestación de un bebé que no es suyo, sino de otra pareja, o de alguien ajeno. A cambio, se le paga una contraprestación económica, pues evidentemente ninguna mujer va a pasar por ese trago, durante varios meses, por la cara, sin ser suyo, y con los gastos que origina. Un partido, Ciudadanos, ha propuesto que se legalice este procedimiento, adornándolo con matices para disimular. Cuenta con la oposición de la Iglesia y las feministas (lo que garantiza que no será aprobado); pero también con el rechazo de otros partidos que lo ven impresentable desde una ética elemental, incluso primitiva.
EL reciente fallecimiento de Antonio Galván Cuéllar es mucho más que la desaparición de un gaditano conocido y estimado, por su amabilidad y por su profesionalidad. Es, ante todo, la pérdida de una forma de trabajar, con una vocación de calidad que ya no se estila en los tiempos actuales de la posverdad y la plurinacionalidad. Porque las encuadernaciones de Antonio y de su hermano José (que continuaron el taller familiar, iniciado por su padre en 1945) estaban en la dinámica de la verdad más auténtica, que es la del artesano que se esfuerza por hacer su trabajo con las garantías máximas de perfección, con vocación de artista.
PREFIERO escribir sobre fútbol que sobre tribunales. Sin embargo, se debe reconocer que ambas actividades van íntimamente unidas. No es sólo un problema del Cádiz. Ha afectado a los principales clubes españoles, y a las grandes figuras, empezando por Messi, Neymar y ahora Cristiano Ronaldo. Se puede recordar que al olor de la mierda llegaron las moscas. Y al olor del dinero del fútbol (que fluye en una abundancia insultante, si se compara con las necesidades del resto de los seres mortales) acuden personas dispuestas a invertir más o menos honradamente, pero también un tropel de embaucadores y sinvergüenzas.