EN 2025, al PP y al PSOE les ha dado el frenesí por competir a ver quién habla más de viviendas. Hablar por hablar. Construir es otra cosa, y requiere…
LA derrota del Cádiz ante el Sevilla puede parecer engañosa. Al minuto 90 se había llegado con empate. Fue un duelo competido, en el que el Cádiz tuvo aspectos buenos…
EN la polémica sobre la llamada mafia del taxi en el aeropuerto de Sevilla podríamos recurrir a la filosofía. Lo sé, la filosofía está olvidada, hasta el punto de que un filósofo llamado Salvador Illa fue colocado como ministro de Sanidad y actualmente es presidente de la Generalitat de Cataluña.…
AL presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se le ha ocurrido celebrar en 2025 los 50 años de la muerte de Franco con el lema España en libertad. Es decir, que sido tan papista como el Papa y ha declarado un año jubilar (o algo así) y le ha puesto un…
HAY noticias contradictorias, que nos dejan intuir una incipiente burbujita en el turismo de la provincia de Cádiz. ¡Cuidado! Un día después de publicarse en el Diario que había sido el verano con más contratos de empleo (mayormente temporales), se supo que el paro había aumentado en agosto. Pero el problema no está sólo en el empleo, sino especialmente en que ha disminuido el número de turistas en los hoteles. Así lo ha reconocido el presidente de Horeca, Antonio de María, que lo atribuye a las funestas consecuencias del levante en el verano de 2016. Puede ser que también hayan influido otras cuestiones.
VIENEN buenos tiempos para los peatones y las peatonas. Las medidas de seguridad obligarán a severos cortes de tráfico en el centro de Sevilla. El alcalde Espadas reconoció que son imprescindibles las restricciones en el entorno de la Catedral y el barrio de Santa Cruz. El cierre de Alemanes y Mateos Gago estaba cantado. Por muchos macetones que veamos en los alrededores de la Catedral y la plaza de la Virgen de los Reyes, sólo serían sencillos adornos si no se acompañan de un corte de tráfico que clausure la calle Alemanes. Tampoco es disuasorio que circulen vehículos por la calle Mateos Gago con las aceras llenas de guiris tapeando.
EN la ciudad de Cádiz existe una profunda preocupación social por la cultura. Aunque algunos días no se nota. Por ejemplo, la Policía Local ha informado sobre la detención de “una persona” (sin mayores precisiones) a la que acusaban de ser el presunto autor de daños en 26 de los cuadros de la exposición callejera sobre el Tricentenario de la Casa de la Contratación, que se ha instalado en el museo público de las rejas del Muelle. Un lugar de lo más apañado. Y lo de llamarlos cuadros también se debe precisar, porque no son como los de Zurbarán del Museo de la plaza de Mina, sino reproducciones gráficas, algunas artísticas y otras no tanto.
EN los buenos tiempos de las vacas gordas, las burbujas inmobiliarias y las tarjetas de empresa con derecho a mariscada también subía el paro en agosto. Entonces nadie decía que la culpa era de Rajoy, ni cuando mejoraba el empleo tampoco. Con los datos del paro pasa lo mismo que con el EGM de los medios de comunicación: se manejan al libre albedrío. Se comparan con el mes pasado, o con el año anterior, de modo que no se note tanto que dos y dos son cuatro parados. Por eso, con los datos de agosto que ha difundido el Ministerio de Empleo hemos tenido una cierta decepción: en Sevilla capital hay 1.600 parados más, hasta alcanzar 74.000. Aunque queda el consuelo de que en agosto del año pasado era peor: había 80.121.
EL riesgo de atentados terroristas yihadistas en Cádiz y su provincia es hoy el mismo que existía antes del 17 de agosto. Ni más, ni menos. No hay que acongojar a la gente. No hace falta cambiar los hábitos de vida, ni nada de eso, porque a la larga es lo que buscan los terroristas: crear más miedo del razonablemente necesario. Por ello, la instalación de bolardos en lugares como la plaza de San Juan de Dios hay que verla en su justa medida. Estamos en la apoteosis del bolardismo. Desde que se difundió que Ada Colau no los quiso colocar en las Ramblas de Barcelona, todos los alcaldes están dispuestos a bolardear lo que haga falta. Aunque sea sin ton ni son, y sin valorar las consecuencias colaterales que pueden ocasionar.